VIEJOS AMIGOS

132 17 14
                                    

Laszlo llegó al Centro Correccional de Sing Sing para evaluar si Martha Napp era culpable o no del asesinato de su hija. Afuera todo parecía estar normal, el clima era el de siempre, sólo que en esta ocasión había mujeres exigiendo la liberación de Martha, quien había sido sentenciada a morir en la silla eléctrica de manera injusta. No existía prueba alguna de que ella hubiera sido la culpable de la muerte de su hija, ni siquiera había un cuerpo.

Tras evaluarla, el doctor pronto se convenció de su inocencia y le recordó que el mundo en el que vivían era monstruoso. Sin duda, ella estaba afligida por la pérdida de su bebé. Ya no se preocupaba por su propio bienestar, sólo le preocupaba su hija, por lo que le pidió a Kreizler que le prometiera que encontraría a su bebé y así él le dió su palabra.

La señora Napp es llevada a la cámara de ejecución y se le pregunta si tiene algunas palabras finales, ella ni siquiera es capaz de hablar, en su lugar es Sara Howard quien decide alzar la voz pues cree que es inocente y pide que se detenga la ejecución. Laszlo trata de calmar a Sara y le recuerda que ya han perdido, pero ella continúa preguntando a los espectadores por qué nadie había encontrado el cuerpo de la niña si Martha era de hecho la asesina. Su pregunta queda sin respuesta y la ejecución procede según lo programado, con Thomas Byrnes, el ex comisionado, dando la orden.

Tras presenciar la ejecución de Martha, Laszlo se siente terrible, es la tercera vez que alguien a quien ha prometido ayudar muere. Es el año de 1897, han pasado ya 7 años desde la muerte de Agnes Strand y apenas un año desde la muerte de su amada prometida Mary Palmer.

Ese mismo día se reúne con su amiga, Sara Howard, en la agencia de detectives que ella ha abierto.

Después de resolver el caso Beecham el año anterior, todos los miembros del equipo de investigación que habían formado reanudaron sus actividades habituales con la única excepción de la señorita Howard. El señor John Moore había recuperado su antiguo trabajo como reportero de sucesos en el Times, aunque seguía llevándose como perro y gato con los jefes de redacción. Lucius y Marcus Isaacson habían regresado al Departamento de Policía, donde tras ser ascendidos por el comisario Roosevelt habían vuelto a ser degradados a sargentos detectives cuando éste marchó a Washington para convertirse en secretario adjunto de Marina y el Departamento de Policía de Nueva York retomó su antiguo curso. El doctor Kreizler había regresado al instituto y a su trabajo como asesor en casos criminales, y Cyrus y Stevie volvieron a ocuparse de la casa del doctor.

Pero la señorita Howard no soportaba la idea de volver a su empleo de secretaria, aunque fuera en las dependencias policiales. De modo que había realquilado el antiguo cuartel general en el 808 de Broadway para abrir su propio despacho como investigadora privada. Su clientela se componía exclusivamente de mujeres, que tenían dificultades para obtener esa clase de servicios. El problema era que casi todas las mujeres que pueden permitirse el lujo de contratarla son señoronas de los barrios altos que quieren saber si sus maridos las engañan (lo que en general es así) o qué hacen en su tiempo de ocio los descarriados herederos de la fortuna familiar. Después de un año en la profesión, la señorita Howard no había trabajado en un solo caso jugoso de asesinato, ni siquiera en un estimulante y sórdido asunto de chantaje, y parecía que el oficio de detective comenzaba a decepcionarla.

Sara invitó a Laszlo a su oficina a tomar una copa. Kreizler no había puesto un pie allí antes, instantáneamente repara en que el mobiliario de su oficina era un reflejo de la personalidad de la mujer y le dice a Sara que su padre seguramente estaría orgulloso de ella. Tras resolver el caso Beecham el año anterior, ambos habían formado una buena amistad, sobre todo luego de que él se abriera con ella y le contara cosas oscuras de su infancia de las que no había hablado antes. Laszlo luego le informa sobre su promesa a Martha Napp de encontrar a su hija, para lo cual Sara le asegura que su agencia de detectives está a su disposición.

Paper cagesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant