Se giro caminando hacia la recepción de pedidos. Entrando por una pequeña puerta de madera, que estaba atornillada con la barra de color café brilloso de la recepción. Cuando entró miro que habían unos pequeños cubículos de madera, para guardar ya sea, una mochila, unos zapatos, accesorios. Se descolgó la mochila y la dejo dentro de uno de esos pequeños cuadros.

Reviso unos pequeños papeles, y los organizó.

Después de unos 15 minutos, escucho la pequeña campanilla ser tocada por la esquina de la puerta, ahí está una silueta alta, delgada y cansada, era Jin el trabajador favorito de su mamá. Parecía aver corrido un maratón, tenía unas gotas de sudor deslizándose por sus pómulos rosados, su cabello ondulado mojado y otros de sus cabellos estaban pegados en su piel.

"Hola, jefe" dijo jadeando por un poco de aire.

"Hola, Jin" alzo su mano en saludo, que fue correspondida por el castaño.

"Pido disculpas, por llegar tarde"dijo. Se inclinó aún sin aire.

"Esta bien, yo acabo de llegar tambien" una risa se escapó de sus labios.

Ambos rieron.

Unas horas después de que ambos ya habían trabajado un poco; bajando las sillas de las mesas, y limpiandolas un poco, desenpacando el café, prwpararlo y servirlo en una tetera de porcelana. Mientras jin metía las pequeñas masas de arroz y avena al horno en una bandeja de metal. El pequeño cuarto se estaba llenando de clientes, unos parecían aver salido recientemente de sus trabajos, otros iban a cenar algo que se adaptará a las épocas de octubre, y parejas en posibles citas.

La campana de la puerta no deja de sonar.

Woojin con un delantal blanco con un dibujo de un oso sobre este, estaba detrás de la recepción, escribiendo nuevas órdenes. Y jin estaba aún en la cocina.

Y ahí estaba la campana sonando por milésima vez, en todas esas horas. Estaban 2 hombres, con un traje verde grisoso, mirando a su alrededor, con unas cuantas placas, una de ellas resaltaba más que las otras. Era un placa metálica y no cualquiera, era una placa que identificaba a los militares de fusilamiento. Dos militares parados ahí, con intenciones desconocidas para woojin y para los clientes. ¿Sólo irían a ordenar café y pan, no?

Cuando los hombres habían entrado, las voces de los clientes se dejó de escuchar, ni un respiró, ni un movimiento. Sólo el sonido de la cocina.

Woojin, trago saliva, salió de la recepción con una pequeña libreta en las manos y una pluma en acompañamiento. Caminado hacia esos 2 hombres que daban miedo, por esa placa que lucia diferente y por el cólor verde grisoso de sus trajes.

Su voz salió casi en un susurro.

"Bienvenidos" Dijo. "¿Ordenaran algo?" Uno de los militares lo miro de arriba hacia abajo.

"Si" contestó.

"¿Quiere que les busque una mesa?"pregunto woojin. el militar negó con la cabeza. "¿Ustedes... la elegirán?"

El militar asintió.

"Si, tuve a la cocina y traenos 5 panes de avena" el tono con el que lo dijo parecía ser una orden. Woojin salió disparado hacia la cocina.

Los hombres sonrieron un poco ladinos, parecía que les gustará que les tuvieran miedo sólo por ser militares. Uno de los azabaches miro varias de las mesas, para despojar a uno de esos clientes que tomaban café y chocolate caliente con sus familias; parejas. Para desdeñar a uno de ellos de sus mesas, para que se las otorgarán.

Las personas parecían estatuas vivientes.

Mientras caminaban despacio contemplando los rostros aterrorizados de los clientes, el militar más alta sañalo a una mesa, que era ocupada por un hombre de camisa blanca de botones, unos pantalones un poco olgados color negro, pelo largo ondulado, fumando un cigarrillo con su mano izquierda. Mientras con la derecha sostenía una taza de café caliente.

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