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El dolor punzante en mi cabeza y el olor húmedo del ambiente me hacían seguir consiente, pero no lo suficiente para abrir los ojos, sin embargo podía escuchar voces que hacían un fuerte eco. Voces masculinas, parecían discutir a gritos y solo hacían que mi dolor aumentara, quería decirles que se callaran.

-Necesitamos más dinero.

-No, él no va a entender, apenas y pago una quinta parte.

-Tenemos a su hija.

-Y aun así nos pidió más tiempo, ¿es que no lo ves?

No pude distinguir lo que dijeron después pues las voces parecieron alejarse. De pronto las últimas horas vinieron a mi mente de repente. Maki. La lluvia. El templo. El secuestro.

Estaba secuestrada. Abrí mis ojos de golpe y trate de moverme, pero no podía porque algo me sujetaba, mire hacia abajo y me di cuenta de que tenía las manos y pies atados a una silla, mi boca aún tenía la cinta así que no podía gritar. Trate de tranquilizarme y pensar claramente analizando la situación.

Observe alrededor y no sabía dónde estaba, pero parecía un lugar de construcción, había charcos de agua y el eco de las gotas cayendo sobre ellos. De algún lugar provenía luz porque no estaba muy oscuro y a lo lejos apenas y se podía ver algunas siluetas.

Estaba asustada, no sabía qué hacer y sin poder controlarlo las lágrimas comenzaron a caer por mientras trataba de respirar. Mi cuerpo comenzó a temblar mientras en mi mente me repetía una y otra vez "Todo está bien, todo está bien" pero en el fondo sabía que nada estaba bien.

Sentí una cálida mano en el rostro y me sorprendí porque en ningún momento había escuchado pasos acercándose. Su mano seco una lagrima que enseguida fue remplazada por otra, me moví alejandome para verlo.

Era un chico de cabello blanco no muy alto, con unas ojeras muy marcadas y era delgado. A pesar del frio llevaba unas sandalias y una ropa muy fina, pero una cálida chamarra que coloco en mis hombros "amablemente"

-Debes estar asustada y de seguro tienes frio- dijo alejándose-, perdona la salvajidad de esos hombres- miro por encima de su hombro hacia donde se escuchaban las voces-, perdona toda esta situación para empezar, pero es necesario.

Era muy serio y algo en sus apagados ojos dejo de hacerme llorar, pero algo en mi interior no dejaba estar inquieto.

-¿Sabes porque lo hemos hecho?- espero mi respuesta, así que negué rápidamente-, veras tu padre, el señor empresario ricachón hizo una apuesta conmigo hace un tiempo, en ese momento no podía pagar la cantidad perdida así que le dimos una oportunidad, pero a el pareció no importarle. Le advertimos y le dimos una segunda oportunidad, pero de nuevo no le importo- su voz era calmada y me explicaba como si se tratara de algún problema de la escuela. Se acercó y de nuevo acaricio mi rostro-, así que... te secuestramos.

Sabía que papá de vez en cuando iba a algún club a tomar y pasar el rato, pero jamás pensé que podría apostar pues se la pasaba alegando que eso era una deshonra y como era posible que las personas gastaran así su dinero, por un juego de azar del que no tenías certeza si saldrás ganado. Me sorprendí bastante y pareció notarlo.

-No te preocupes no te haremos daño- dijo con simpleza-, al menos no ahora.

¿Que?

-No puedo revelarte nuestros planes, pero estarás bien- parecía que estaba por alejarse y dejarme sola de nuevo, pero solo giro para ver cómo alguien más se unía a la conversación- siempre y cuando tu padre cumpla con su parte del trato.

El otro chico por fin estaba bajo la luz y la diferencia de estatura era notable, también era delgado, llevaba un traje morado que hacia resaltar su llamativo cabello rosa, sus ojos azules y unas pequeñas pero notorias cicatrices en las comisuras de su boca. Jamás había visto a una persona tan... llamativa.

-Sanzu, llévatela.

-Lo que diga.

El cansado chico se alejó dejándome con Sanzu. Me miro serio y  hasta que los pasos dejaron de escucharse. Algo en mi interior estaba revoloteando por la forma en la que me miraba sin hacer ningún gesto, como si estuviera juzgándome, así que aparte la mirada.

-Vámonos.

Se acercó y por un momento pensé que me soltaría para llevarme a donde fuera que me llevaría, pero en cambio sujeto el respaldo. Con un rápido y brusco movimiento hizo girar la silla para comenzar a arrastrarme en ella. Era más fuerte de lo que aparentaba.

Esta loco. Todos aquí están locos. ¡Ay padre, ¿En qué te has metido?!

Ni siquiera trate de moverme o protestar pues ya tenía suficiente miedo con el hecho que tal vez sería trasladada de nuevo a quien sabe dónde, además de que pensé que si hacia algún movimiento la silla se rompería, pero eso no paso. En cambio recorrimos una distancia un poco larga para llegar afuera, donde ya no había luz y la única iluminación era la luna.

Afuera solo podía distinguir la silueta de algunos árboles y atrás quedaba la construcción donde había estado, también pude ver que no muy lejos estaban estacionados tres carros negros.

-Ahí vamos- dijo Sanzu-, los demás nos alcanzaran luego.

Se puso frente a mí y note que traía una navaja, mi cuerpo entero se tensó y sin notarlo comencé a sollozar de nuevo.

-Cállate, no te hare daño -con un moviente rápido corto la cuerda alrededor de mis pies- ¿lo ves? No puedo desobedecer al jefe.

Me tranquilice al instante y estaba esperando a que soltara mis manos. No pensaba huir, me perdería y de seguro me volverían a encontrar. En cambio no soltó mis manos, solo me ayudo a zafarlas del respaldo, en cambio si quito la cinta de mi boca con brutalidad haciendo que pegara un pequeño quejido de dolor.

- Vámonos.

Tomo mi brazo desnudo con fuerza y me encamino a uno de los carros. Abrió la puerta de atrás y me empujo para entrar después. Trate de acomodarme lo más lejos posible pero antes de poder moverme siquiera, volvió a tomar mi brazo y susurro despacio haciendo notar su cálido aliento cerca de mi cuello.

-Ni se te ocurra, te quedas a mi lado todo el viaje- me soltó, pero me miró fijamente esperando a ver que hacía, no me quedo de otra que quedarme quieta y solo mirar enfrente a donde estaba el chofer-, al aeropuerto.

¿Que? ¿Aeropuerto?

Lo mire sorprendida y solo sonrió haciendo que sus cicatrices se vieran más grandes a como en realidad eran. Me quede helada, no podía hurí, no podía gritar. Trate de alejarme de nuevo de el pero esta vez no me sujeto. Saco una pistola que tenía entre el pantalón y me miro con advertencia.

Me quede a medio asiento y me regrese a su lado donde podía sentir su pecho y su mano rodeándome para abrazarme, lo mire de reojo con la respiración cortada tratando de tomar aire y lo vi llevarse la pistola a la boca haciendo la seña para que callar. Mire hacia afuera a la construcción de donde salían personas, y guiando a todos estaba el chico de cabello blanco.

Sentía que él podía verme a través de la ventana y cerré los ojos escondiendo mi cabeza entre el cuello de Sanzu, y aunque tenía miedo era lo mejor que podía hacer.

-Buena niña- dijo acariciando mi espalda como tratando de reconfortar a un cachorro asustado, y eso era. Un cachorro asustado.-, arranca.

Sentí el carro moverse, sabia a donde se dirigía, pero en todo el camino no mire hacia afuera.

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𝐷𝑢𝑙𝑐𝑒 𝐶𝑎𝑠𝑡𝑖𝑔𝑜 [𝐹𝐼𝑁𝐴𝐿𝐼𝑍𝐴𝐷𝐴 ] 𝐶𝑜𝑟𝑟𝑖𝑔𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora