9. Nosotros seremos tu familia

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Silvan dormía a pierna suelta. Estaba soñando con Daelie, con el día en el que él se atrevía a dar el primer paso y decirle cómo se sentía. Pero como tenía un sueño muy ligero, no tardó en despertarse al oír unos extraños repiqueteos en la ventana de su habitación. Frotándose los ojos, salió de la cama y se asomó a la ventana. Vio a Daelie abajo, al lado de su unicornio, que iba cargado con algunos bultos. Era ella quien estaba lanzándole guijarros al cristal y se apresuró a abrir la ventana, asustado.

-¡Daelie! ¿Qué ocurre? ¿Qué haces aquí a estas horas? ¿Por qué no viniste a buscarme para ir a clase? Avisé a tu hermana, pero me dijo que no consiguió ponerse en contacto contigo...

Ella alzó la cabeza y él pudo ver por su expresión sombría que realmente, algo no iba bien.

-He descubierto qué es un río incendiado...-dijo en un susurró estremecedor.

Un escalofrío recorrió la espalda de Silvan y se asomó aún más.

-¿En serio? ¿Cómo lo has averiguado?

Ella miró hacia otro lado.

-Digamos que la respuesta siempre estuvo en mi casa...

Guardó silencio y el chico creía que se iba a morir de la emoción.

-Bueno, ¿y qué es?

-Te lo diré si me acompañas al lugar donde empezó todo.

-¿Eh?-preguntó él sin entender.

-Vamos a Veradhëm.

La idea le horrorizó, recordando lo que ocurrió la última vez que fueron allí. Pero había determinación en los ojos de Daelie. Y por otro lado no podía con la curiosidad que tenía ... quería saber lo que era un río incendiado y cómo lo había averiguado.

-Está bien. Me visto y bajo.

Al cabo de unos minutos, salió por la puerta, se subieron al unicornio, y salieron galopando hacia la frontera. El sol comenzaba a pintar de dorado el cielo y las montañas. Hacía frío, pero ninguno de los dos lo sentía, estaban demasiado inmersos en sus pensamientos e inquietudes. Silvan se fijó en los sacos y bolsas que llevaba cargado el unicornio y en uno de ellos, que iba medio abierto, vio uno de los vestidos favoritos de su amiga.

-¿Te has ido de casa?-le preguntó cuando llegaron y bajaron de Irvial.

Pero ella sólo asintió. Tenía toda su atención puesta en la ciudad de fuego que se reflejaba desde el otro lado de la gran muralla de bloques de cristal.

-Pero, entonces... ¿dónde vas a vivir ahora?

-En ninguna parte, Silvan... porque no habrá lugar en esta dimensión al que yo pueda llamar hogar mientras Veradhëm siga en pie.

Él chico se adelantó, extrañado.

-Tienes mi casa, allí siempre serás bien recibida.

-Puede que en un tiempo lo fuera... pero después de lo que te voy a contar ahora, es posible que me odies y dejes de hablarme para siempre.

-¿Cómo puedes pensar eso? Me ofende que dudes de mi lealtad, siempre he estado a mi lado.

-Silvan, escúchame...-lo interrumpió ella, dejándole helado con la mirada de sus ojos centelleantes.-lo que te voy a decir es tan terrible, que lo más probable es que nunca más quieras acercarte a mí de nuevo.

-Pero... ¿tan terrible es eso que has hecho?

-Yo no he hecho nada. No tiene que ver con el hecho de que esta tarde no fuera a buscarte. Me refiero a lo que soy, un río incendiado...

Río IncendiadoWhere stories live. Discover now