Deuda antigua

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Salió el sol y la joven Grey ya estaba levantado. Puso la mesa del desayuno maravillosamente y corrió a buscar a su padre.

-Papá, vamos, es hora. - Dijo la rubia sacudiendo levemente a su padre.

El anciano abrió los ojos lentamente y sonrió al ver a su hermosa hija frente a él.

-Buenos días mi belleza. - Dijo el hombre sentado en su vieja cama.

-El café ya está en la mesa. No tardes. -Le advirtió.

Meredith regresó a la sala que también era la cocina y se sentó en el viejo sofá.  Todo en esa pequeña cabaña parecía demasiado viejo. Pero todo era igual en ese viejo pueblo.

-Estoy listo. - habló Thatcher entrando a la habitación.

Meredith se levantó del sofá y se dirigió a la mesa comenzando a servir a su padre. Meredith desempeñó el papel de ama de casa desde temprana edad.  Nunca conoció a su madre, ya que murió cuando aún era un bebé.

-¿Cuánto tiempo tardarás en este viaje, papá? - preguntó la hija.

Thatcher era artesano y siempre viajaba para vender su arte ya que ese lugar era demasiado pobre para esas cosas.

-Son solo tres días, belleza mía. - Dijo el hombre.

-Cúidate bien. Sé lo distraído y olvidadizo que estás. - advirtió Meredith.

-Me cuidaré bien. Creo que me acostumbré a tus cuidados. - bromeó el hombre.

Meredith y su padre tomaron un delicioso desayuno y la joven empacó todo mientras su padre se perdía en su taller de arte.

- Papá, voy a devolverle un libro a Richard. - advirtió Meredith.

-Cuídate hija. -Dijo Thatcher.

Meredith se quitó el delantal que solía usar en la cocina y salió de la vieja cabaña.

Todo era igual todos los días en ese viejo pueblo. El panadero con sus panes, las mujeres lavando su ropa, unas ancianas quejándose de los precios de los productos, el herrero en su trabajo, ahí nada cambió.

- Buenos días Meredith. - Saludó George, el dueño de la mezquita.

- Buenos días George. - saludó Meredith sonriendo.

-¿A dónde vas con tanta prisa?

- Voy a devolverle un libro a Richard.  Se trata de amantes en Verona. - Habló la joven soñadora.

-Qué aburrido. - Dijo el hombre moviendo la cabeza.

La joven se encogió de hombros y siguió su camino.

-Qué chica más extraña. - Claire le habló a su amiga cuando vio a Meredith pasar junto a ellos.

-Ella cree que es especial, es una perra.  -se quejó la otra mujer.

Meredith era diferente a todos los demás en ese lugar. La hermosa joven era soñadora y obstinada. Mientras todas las mujeres crecían en sus hogares, Meredith se perdía en sus libros. Ella era la única joven del pueblo que sabía leer, gracias a su padre.

-Nunca entendí a esta chica. - Alguien más habló.

Meredith continuó su camino, totalmente ajena a los comentarios y la gente a su alrededor. Sabía lo que todos pensaban de ella y no le importaba en lo más mínimo.

-Buenos días Richard. - habló Meredith entrando a la pequeña biblioteca.

-Buen día. ¿Dónde estaba mi único lector en este lugar? - preguntó el hombre sonriente.

Beauty And The Beast - MeddisonWhere stories live. Discover now