𝐋.𝐆 ⁞
『Siempre fuimos un juego perdido』
❝Donde Sarah Berman, la chica loca de Shadyside, se enamora de Nick Goode, el rey de Sunnyvale. Pero esa misma noche, un loco comienza una masacre en el Campamento Nightwing❞
O también
❝Donde Nick...
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Habían pasado siete meses y las cosas marchaban bien, demasiado bien.
Sarah seguía trabajando, por suerte no la corrieron de ninguno de sus empleos. Su auto ya estaba reparado y no necesitaba que le dieran un aventón a su casa o a cualquier lugar. Se encontraba con sus mejores amigos para hablar y ponerse al día siempre que podía, también llamaba a su hermana para saber como estaba y si necesitaba algo.
Si antes la castaña consumía de vez en cuando droga, ahora no lo hacía, porque en ese momento no la necesitaba. Eso sí, seguía fumando, pero poco a poco lo iba dejando. Los ataques de pánico eran poco frecuentes y estaba avanzando bien en la terapia, tanto que la Dra. Linda le sorprendía.
Y por supuesto, seguía saliendo con Nick, eran muy felices juntos. Esos siete meses habían servido para que confiaran el uno al otro y estuvieran abiertos a la comunicación, algunas veces discutían, pero solo era por tonterías que arreglaban al rato. Cuando sus trabajos se los permitía salían a citas y paseos por el condado, ya medio mundo parecía enterado de su relación y hablaban a sus espaldas, pero a ellos no les importaba, solo estar juntos. Y la llama de la pasión seguía ardiendo.
Entonces llegó ese día difícil para muchas familias de Shadyside, ese día que perdieron a un ser querido: el aniversario número dieciséis de la masacre del Campamento Nightwing.
Las hermanas Berman eran una de esas familias.
Quizás ese fue el comienzo de lo que sucedió después.
A Sarah le permitieron darse el día libre, llamó a su pareja para avisarle que por ese día prefería estar sola, Nick lo comprendió. Ziggy, por su lado, también faltó a su trabajo y por esa vez salió de su casa para encontrarse con su hermana en el cementerio de Shadyside.
Por obvias razones, el lugar estaba algo concurrido. Las mellizas compraron en la florería al lado del cementerio un ramo de claveles, margaritas, crisantemos y rosas, todo blanco. Luego caminaron a paso lento, conocían muy bien el camino. Pararon frente a una lápida.
