Estoy disfrutando hacerles daño a todos y cada uno de ellos.

Sin embargo recuerdo que son pedófilos, violadores, asesinos...

Y todo lo mal que me sentía, todo el arrepentimiento y culpa que sentía, se desvanece como por arte de magia.

Miro con detenimiento este lugar de perversion.

Tomo los fustes, los latigos, las esposas que están en una mesa para guardarlo en mi mochila.

De algo me servirán.

Despues, me pongo la ropa de nuevo, me acomodo el cabello y me cuelgo la mochila de nuevo en mi espalda.

Debo encontrar a las frutitas y cortesanas lo antes posible, no se que demonios les ocurrio.

"Descansa en paz bastardo."

Le doy un beso en su mejilla fría y cierro la puerta detras de mi.

Uno menos.

Pero debo enfrentarme a lo que vendrá.

Mi corazón late ahora con miedo pues debo caminar rápido para ayudar a las chicas.

El desagüe se hace mas estrecho y amplio conforme camino.

De pronto llego a una rejilla de metal redonda que parece que esta firmemente sujeta a las paredes.

"Y ahora, como saldré de aquí?"

Susurro y de pronto puedo escuchar unas risitas femeninas a lo lejos.

Sujeto las barras con mis manos y de pronto la rejilla se alza un poco.

Sorprendida, la alzo un poco mas y la rejilla se levanta...

"Oh si!"

Digo cuando me escabullo por un lado sin problemas.

Estoy afuera!

Está anocheciendo.

Me detengo un momento observando donde estoy parada.

Llegue a un campo de césped amplio lleno de arboles y flores.

"Es un bosque..."

Me digo a mi misma observando esta belleza natural a mi alrededor.

Volteo a ver la rejilla y se que tengo que hacer algo para que nadie mas pueda salir de ese lugar y atraparme.

Saco un látigo y lo anudo a un base cercana de metal que se encuentra cerca de la rejilla.

Las risitas femeninas se escuchan levemente de nuevo.

Me levanto y trato de definir de donde provienen.

Una luz a la lejanía se enciende y se que ahí es a donde debo de ir.

Camino sin prisa hacia ese lugar, inhalando profundamente el aroma fresco y puro a mi alrededor.

El sol agoniza en el horizonte y sus rayos rojos golpean los árboles, cayendo y bañándome en el proceso con su débil luz.

El cielo pasa de ser rojizo y amarillo a oscuro en tan solo un minuto.

Las primeras estrellas se asoman en el firmamento.

Mi mirada se posa en esta belleza y me doy cuenta de que no recuerdo hace cuanto había disfrutado de estar al aire libre por la noche.

Despues de hacer varias inhalaciones profundas, llenando mis pulmones con este delicioso aire, camino de nuevo hacia la luz encendida de una casa.

Y a medida que me acerco puedo ver que no es una pequeña casa.

Es una gran cabaña de madera, como las de los cuentos infantiles.

Dulce JuguetitoWhere stories live. Discover now