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No puedo, por más que quiero no puedo correr...

Mis piernas simplemente no me dan para más.

El miedo, la angustia se unen con mis latidos fuertes en mis oídos impidiéndome pensar con claridad.

Quiero alcanzar alguna casa para poder tocar la puerta y explicarles mi situación.

Enseñarles mis heridas y pedirles que llamen a la policía y a los paramédicos para que me atiendan.

Mi poca adrenalina me impulsa a seguir adelante.

Justo cuando ya estoy por tocar la puerta de la casa mas cercana escucho que alguien corre a mis espaldas.

Volteo temerosa y lista para la paliza que me espera pero a quien asombrosamente encuentro es a mi amiga, la enfermerita.

"Princesita, rápido, pude dejarlo noqueado, vamos, andando!"

"Su auto está encendido, se manejarlo, huyamos!"

Resoplo aliviada de que sea ella la que ahora me toma de la mano y me guíe hasta el auto.

Pruebo la belleza dulce de la esperanza, una esperanza largamente acariciada de ser libre por fin.

Caminamos lo más rápido que puedo mientras me disculpo por no poder andar más rápido.

"Solos sigue, sigue no te preocupes por nada mas!"

Me siento en el asiento del pasajero y ella en el asiento del conductor.

Cierro la puerta y justo cuando ella iba a cerrarla Rey aparece a su lado con la cabeza ensangrentada completamente.

"Maldita puta hija de madre bastarda, osaste golpearme!"

"Estoy sangrando por tu puta culpa!"

Rey comienza a golpearla con sus puños y ambos forcejean.

Intento apartarme y salir del auto pero Rey me grita.

"Princesita quédate en ese lugar, no te muevas, no te muevas!"

Alguien abre la puerta de mi lado y la mujer de la ultima vez aparece.

"La tengo, encárgate de la otra estúpida niña."

"Creiste que ibas a escapar princesita?"

"Eres nuestra, eres de Rey, le perteneces, nunca podras irte por tu propia pie."

"Y solo Rey decidirá el dia de tu muerte...ahora dame la mano y volvamos adentro de la casa."

En este preciso momento que entrego mi mano a la despreciable mujer mueren mis esperanzas.

Mis últimas esperanzas son reducidas a nada.

Mis esperanzas son quemadas en el fuego de la esclavitud sexual.

Unas pocas lágrimas se asoman en mis ojos porque no pensé en realidad que podría huir de este lugar.

Y ahora regreso a Él, de la mano de una torturadora experta y de mi demonio personal.

"Sueltame bastardo, ayuda! ayuda! me secuestraron, ayuda!"

"Alguien por favor ayúdeme, este hombre quiere violarme, ayuda!"

Rey le tapa la boca con la mano a mi amiga fuertemente y la hace caminar a la casa con las manos hacia atrás.

Rey con solo una mano puede tomar sus dos brazos de mi amiga y puedo observar que nadie ha salido de sus casas.

Nadie, ningún vecino siquiera se ha asomado por curiosidad.

Invisibles, somos las dos invisibles y estos dos pueden hacer lo que quieran con nosotras...

Dulce JuguetitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora