Enmascarado de Plata.

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-Sí.

-Perfecto-Troy se levanta y camina a la puerta-. Oh y Sam, es posible que los padres de Gaal estén ahí y bueno, no sé si Gaal te lo dijo pero ellos no saben nada de ustedes… sólo para que sepas.

-Lo sé, no te preocupes por eso.

-Ok, procura estar listo en una hora.

-Gracias, Troy, gracias porque eres tu quien está a mi lado. Creo que sin ti no podría lograrlo-digo a una habitación vacía mientras escucho pasos que bajan las escaleras.

**

Termino fumándome media cajetilla de los Winston. Camino a mi fraternidad y tomo algo de ropa, después regreso a Alfa y me meto bajo el agua caliente, la cual me hace no querer nunca de la ducha. Pasan los minutos y el agua se acumula a mis pies. Cada gota que cae difumina una de mis lágrimas y eso me hace sentir un poco mejor, un poco menos débil.

Me visto con indiferencia y salgo sin hacer la cama. Desayuno en silencio con Troy y tomamos camino hacia Médica Sur.

Mientras veo por la ventana sin mirar de verdad siento como mis brazos flaquean y como mi cuello se tensa. Es como si un imán me hubiera dejado sin energía, como si solo fuera piel y nada más, como si estuviera vacío como un globo de cantoya  y quizás lo estoy, quizás ahora solo soy el puro cascarón de algo que solía ser.

Entramos en el hospital por el lado de Tlalpan. Cruzamos el enorme recibidor que se asemeja más a una plaza comercial que a un hospital. Sigo a Troy quien parece saber a dónde nos dirigimos. Cruzamos pasillos, corredores, pabellones… todo un laberinto de curvas y rectas donde se respira el desinfectante y el olor a muerte y enfermedad disfrazado de aromatizante. Llegamos a la habitación 203 de… algún pasillo y nos encontramos a dos personas afuera del cuarto.

Los padres de Gaal.

-Oh, Troy, que bueno que viniste-dice la madre y Troy la abraza.

-¿Cómo sigue?-pregunta con suavidad evitando con prudencia el decir "buenas tardes".

No tiene nada de buenas.

-Pues está estable, pero no saben cuando abrirá los ojos.

-O si los llegará a abrir. El mal del sueño es algo terrible-termina el padre de Gaal. Un hombre de bigotillo y traje. Es alto y tiene el mismo porte de su hijo, pero es a su madre a quien más se parece, dejando de lado las ojeras, sus ojos son idénticos.

-Cállate, Miguel. Sólo traes malas vibras-termina la madre.

-Me acompañó Sam, él es… bueno, amigo de Gaal.

-Hola-digo simplemente y saludo a los afligidos padres con la mano.

-Gracias por venir-dice la madre-. Gaal nos ha contado de ti, eres un muy buen amigo por lo que dice. Es una lástima que nos conozcamos en una situación tan horrible.

Aun dormido Gaal no deja de conmoverme. El hecho de platicar con sus padres de mí… o de una ficción heterosexual de mí me hace sentir el estómago tibio.

-No es nada. Es lo menos que puedo hacer.

-Ahora no hay mucho que hacer y eso es lo deplorable de la situación. Solo queda esperar y esperar-dice Miguel, el padre de Gaal-. Es una impotencia que crece en ti. Despertar todos los días esperando que ese sea el día, el día en que por fin volverás a abrazar a tu hijo… y tener que volver a dormir con la esperanza  de que el día siguiente sea indicado, y así sucesivamente-dibuja círculos en el aire con el dedo-, esperar y esperar. Un círculo que termina con el sueño. Un círculo que termina con tu hijo saliendo del hospital caminando o con los pies por delante.

¿Alfa?, ¿Omega? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora