—¿Qué sucedió? —pregunté sin borrar la sonrisa. Tampoco podía aunque quisiera.

—El ángel Raziel —respondió y levanté una ceja. Él no se comunicaba así porque sí. En realidad no lo hizo nunca más con ninguno de nosotros desde lo que sucedió —. Me devolvió algunos recuerdos… —susurró cohibida y me acerqué más a ella esperanzado —.  Lo que sucedió con Dominik, y lo que va a suceder si no detenemos a Semyazza.

Frunzo el ceño.

—¿Con Semyazza? 

—Sí —afirma preocupada —. Si no lo detenemos se va a desatar una guerra atroz, Derek. La tierra y el cielo van a ser destruidos.

—Está bien, Paige —mi mano acaricia su mejilla y ella cierra los ojos disfrutándolo. 

—Tengo miedo —confiesa en un susurro.

—Sea lo que sea, estamos juntos Paige —dejo de acariciarla para envolverla en un abrazo —. Hoy y eternamente. 


***



Paige

—Me encanta estar abrazada contigo pero debo confesar que con las alas es algo incómodo —digo luego de un rato largo abrazados.

Derek ríe y se disculpa a la vez que retira sus abrazos de alrededor de mi cuerpo. Se queda serio unos segundos donde parece recordar algo y me mira preocupado.

—¡Mierda! —suelta de golpe —. Me olvidé de los demás.

—¿Los demás? —pregunto confundida.

—Sam, Eros y Arik —los nombra y caigo en cuenta de que no los había visto desde que me secuestró ese demonio en el bar —. Ellos también fueron secuestrados.

—¿Qué? ¡Debemos buscarlos! —digo alarmada y descendemos en el aire rápidamente. 

Nuestros pies tocan el asfalto, las alas vuelven a esconderse de manera que pareciera que jamás estuvieron de no ser por las plumas que cayeron dejando la evidencia.

—¡Al fin los encontramos!

Volteamos y vemos a Sam correr en nuestra dirección. Atrás de ella se encuentran Arik y Eros, ambos con sus cuerpos ensangrentados y golpeados.

—¿Se encuentran bien? —pregunto viéndolos horrorizada su fachada.

—Seh —responde Eros indiferente —. Nada que nuestra sangre de vampiro no pueda curar.

Ruedo los ojos y veo a Sam con una expresión de desagrado hacia él.

—Fanfarrón.

Él se encoge de hombros.

—¿Y tú? —lo miro y abro mi boca dramáticamente, asombrada.

—¿Te preocupas por mí? —me mira mal y sonrío —. Aw, que tierno.

Intento acercarme para darle un abrazo y él retrocede.

—Fuera, shú —mueve sus manos en el aire echándome.

—No soy un perro, Eros —me cruzo de brazos indignada y el sonríe con inocencia.

—Ah, pensé que sí.

Le lanzo una mirada asesina que él responde riéndose. Observo a lo lejos a Sam platicar con Derek y sonrío pensando que harían buena pareja. Me reprendo en el instante al recordar el hecho del por qué nuestra memoria fue borrada.

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