•XII•

126 20 2
                                    

Yara había empezado a vagar en lo que pensaba en qué hacer. No tenía garantía de que si volvía la iban a recibir bien. Todo lo contrario, porque ya le habían dicho que no existían segundas oportunidades. Así que ahora estaba sola. Había arruinado las cosas con Cano, y estaba segura de que este no la iba a perdonar. Se llamó egoísta a sí misma por pensar así, pero lo primero que se preguntó fue «¿Quién me va a ayudar ahora?» Tal vez si dormía un poco, sus ideas se despejarían e iba a pensar con claridad. Después de viajar varias horas hacia ninguna parte y llegar a un lugar que no conocía, hizo una parada.

Se acostó a la sombra de un árbol y trató de dormir. Pero era demasiado difícil, su cabeza trabajaba a mil por hora y una nueva imagen llegó a su mente. Marrero. ¿Qué iba a pensar él de ella? Seguro la odiaba.

Hablando de, él y compañía, también habían decidido hacer una parada, pero solo para comer algo, después iban a seguir con la caza.

El Santiago más joven se la había pasado en silencio, sentado sobre una raíz. Pensando en por qué Yara se iría si todo iba tan bien. Tal vez se había cansado de esperar una solución. Tal vez si él se hubiera apurado un poco más, las cosas hubieran sido diferentes, pensó. Tal vez Yara no se habría ido.
En fin...Tan sumido en sus pensamientos estaba que no percibía nada de lo que ocurría a su alrededor.

—Eu, Alvin—Riki llamó a este repentinamente.

—Decime—Lo vio con tanto interés como siempre.

—¿Puedo hablar con vos...? Solos—Dijo medio de pregunta y medio como orden.

—¿Hay algo que nos estén ocultando?—Intervino Roberto, presentía que Riki quería hablar pestes de él.

—Ay, Robertito—Se rió Tavella—Dejalos, seguro ni tiene que ver con nosotros. Ustedes vayan tranquilos.

—Gracias—Le agradeció Alvin y enseguida fue con Riki a un lugar del monte que les diera más privacidad—¿Qué pasa?

El menor de los Musso guardó silencio, recordando muchas cosas, principalmente la razón por la que quería hablar con Alvin. Pero también, recordando elecciones del pasado, elecciones que lo habían llevado hasta este lugar en su vida.

Su primera mala decisión, de todas las cosas que podían ser una meta en la vida, había elegido lo más difícil, pero quería ser alguien admirable, y si podía ayudar a la gente de Tajo, mejor, ¿No? ¿Puede ser que ese capricho veniera de su deseo por que Roberto estuviera orgulloso que él, que lo admirara? Como fuese, llegó muy lejos, y Roberto pudo hartarse.

Pues, con la crisis económica de Tajo, era necesario un trabajo, les gustase o no, de otra forma, iban a pasar hambre hasta el día de su muerte, y eso no era la mejor opción. Él se negaba a abandonar su "sueño" , pero quizá podía trabajar un poco hasta que la cosa mejorara. Sin embargo sentía cierta culpa ¿Por qué ahora ayudaba a los ricos si en primer lugar esa gente era lo que más detestaba? Debería estar ayudando a los pobres, era de donde venía.

Y para colmo, un nuevo obstáculo apareció en el peor momento posible: el Topo.

El Topo era totalmente competente, era inteligente y además muy habilidoso. Y para agregar, era muy agradable, todo este combo de rasgos positivos era algo que Riki estaba seguro de no tener...Tanto se obsesionó con eso, que a sus ojos, Antuña comenzó a "robarle sus amigos" y a Roberto también. Ahora, la pregunta era ¿De qué le servía quedarse prendido a los chicos si tarde o temprano lo iban a olvidar y reemplazar? Así que tomó una decisión: abandonar todo y hacer algo más.

Trabajar para los Marrero no tenía sentido; Quedarse prendido a quienes una vez fueron sus amigos y su hermano no tenía sentido, y por lo tanto, sin sus compañeros de siempre, querer proteger a Tajo, por sí solo, no tenía sentido, después de todo, había empezado porque los otros tres lo apoyaban.

Abandonar su "sueño" para convertirse en lo que parecía alguien más, fue su decisión, pero en ese momento, sintió mucho enojo, sobre todo hacia Roberto. Su propio hermano "lo había dejado ir como si no le importara".

—...¿Riki?— Alvin le llamó la atención.

—Ah, sí, sí, perdón—Titubeó un poco antes de hablar con algo de timidez (Cosa muy rara, pero estaba un poco inseguro de sus palabras)—¿Te parece que...Si me disculpo yo primero...Roberto va a querer acercarse de vuelta a mí?

—A lo mejor—Alvin quiso ver el lado más optimista—Algo vas a lograr con eso.

—Hm, espero—Suspiró—Aunque no sé si estoy listo.

—Está bien, no tenés que estar listo ahora mismo—Le sonrió y acto seguido lo abrazó, esa era su forma de decir que tenía su apoyo.—Pero aunque te disculpes, quiero que sepas que no todo es tu culpa...Capaz que tendría que haberte ayudado desde el principio.—Riki tardó en corresponder al abrazo de Alvin, pero lo hizo, tenía que admitir que era particularmente cálido.

• • •

En Tajo, más específicamente, en el rancho principal de Cano, su socio, Hernán, aún lo esperaba, pero ya no por mucho. Lo vio llegar, y parecía que no le había ido bien, pues antes de entrar, se había desquitado con la pared.

—¿Qué te pasó?—Fue lo primero que le preguntó al de la máscara—¿Y la minita?

—Que se vaya al carajo.

—¿Pero qué hizo? No creo que quieras mandarla al carajo solo porque sí.

—¡Tanto joder para que al final diga que no me quiere ver! ¡Ahora que la ayude Magolla!—Se quejó para después darle una patada a una silla.

—Bo, calmate—Entonces, Hernán se mantuvo a una distancia prudente, porque sabía que Cano tenía dos estados de ánimo: "no me importa nada" y "voy a matar a alguien sin sentir el más mínimo remordimiento"

—Te podés ir—Le señaló la puerta, y Hernán obedeció. Hizo un leve saludo y se fue del rancho.

Una vez estuvo solo, Cano empezó a destrozar todo lo que estuviera a su paso hasta solo dejar una habitación llena de desorden y basura rota. Agitado y aún lleno de rabia, se sentó en una esquina. ¿Ahora qué? ¿Se iba a tener que acostumbrar a su nueva normalidad y seguir como si nada? Seguramente.

•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon