•IV•

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Caminar largas distancias nunca había sido la actividad preferida de Yara. Y mucho menos si tenía los brazos amarrados. Con respecto a la Negra, los cinco hombres la habían soltado, esperando que se fuera, pero la yegua insistía en seguirlos, así que no había mucho por hacer.

Cambiando de tema, Yara habría seguido tratando de alcanzar su facón o algo útil, pero ahora Marrero llevaba sus cosas. O sea, ya no tenía armas ni nada que pudiese ayudarla. Entonces, tocó formular un plan: se iba a portar bien y a hacer que confiaran en ella hasta que Cano fuera a buscarla ¿Que cómo sabía que eso iba a pasar? Fácil, cuando el enmascarado llegara al rancho y no la viera, la iba a buscar. O si no, ya vería la forma de escaparse.
Ella estuvo en silencio hasta que volvió a caer la noche y pararon. Encendieron un fogón, pues también estaba bajando la temperatura. En el camino, escuchó atentamente todo lo que dijera el quinteto, enseguida se aprendió sus nombres y ya estaba analizando sus formas de actuar. Roberto le parecía particularmente interesante. Bueno, Topo también, él había traído todo este tiempo una guitarra en la espalda, instrumento el cuál ahora estaba tocando.

—Y yo ya decía que la habías llevado al pedo—Dijo Tavella—Me equivoque.

—¿Alguna vez he hecho algo mal?—Presumió él para después seguir presumiendo pero con la guitarra. Yara había notado, que a pesar de que Topo mantenía alguna que otra conversación con sus compañeros, no tenía mucha intención de ser cercano a ellos.

—Ey, chicos—Alvin llamó al grupo—La otra vez les hice una pregunta y no me contestaron, ¿Las palomas bostezan o no?

—¿Como se supone que vamos a saber eso?—Topo arqueó una ceja—No es como si estuviéramos viendo pájaros todo el tiempo. Y sí, ya vi mi mala elección de palabras.

—Sí bostezan—Yara tomó esa oportunidad de iniciar una conversación—Mi viejo criaba palomas así que me rodeaban todos los días—Entonces todos la vieron con confusión ¿Cuándo se puso de tan buen humor?—¿Qué?

—Sos sin duda un ser intrigante—Roberto entornó los ojos—Me pregunto en qué estás pensando ahora mismo—¿Y si se había dado cuenta de sus intenciones?

—No sé, vos decime—La chica le sostuvo la mirada, tratando de desviar la atención de el hecho de que estaba raspando las sogas con una piedra afilada. A la mierda con su otro plan, lo iba a usar si esto no funcionaba—¿En qué podría estar pensando?

—Estás planificando tu huida ¿No?—Tomó una ramita y empezó a remover la tierra, era obvio que su mente estaba trabajando mucho más de lo que parecía—No es necesario que me contestes, ya sé cuál va a ser la respuesta.

—Bueno, en ese caso—Al sentir sus brazos libres, Yara se disponía a correr hacia su caballo, pero cuando se dio la vuelta, sintió que la agarraban por detrás. Se trataba de Marrero, que le puso el facón cerca del cuello y exclamó:

—¡¿A dónde pensás que vas?!

La chica se quedó quieta y los cinco pensaron que ya estaba bajo control, pero no era así. Fácilmente elaboró una maniobra para quitarle el cuchillo y le pegó con el codo en la cara, haciéndolo retroceder, acto seguido le dio otro par de golpes, dejándolo aturdido en el suelo. Sonrió victoriosa, sin embargo le duró poco, y ya estaba atrapada de vuelta.

—Buen intento, señorita—Se burló Tavella—Pero te recomiendo que no nos maltrates mucho al niño—Se refirió al otro Santiago.—O nosotros vamos a pagar caro.

—Hm—Yara rodó los ojos—Andá.

—Gracias por aclararme la duda—Dijo Alvin muy sonriente.

—De nada.

—Vos dormíte mejor, nos tenés hartos con lo de las palomas—Topo expresó medio en tono de broma y medio serio.

Las horas pasaron, era medio de madrugada, Yara no pudo conciliar el sueño y tampoco Marrero. Por cosas de la vida, empezaron a platicar.

—¿Cómo te llamás?—Preguntó él con poco interés en realidad.

—Yara.

—Es guaraní, ¿No?

—Sí.

—¿Tu viejo hablaba guaraní?

—No, pero el viejo de mi viejo sí—Sonrió de lado porque esa frase le había resultado medio chistosa, tal vez era el cansancio.

—Ah, bueno, me gusta tu nombre. Yo me llamo Santiago, pero todos me llaman por mi apellido.

—Ja, podía jurar que de verdad te llamabas Marrero, gracias por la aclaración.

—Eu.

—Decime.

—Me dolió cuando me pegaste, boluda. Pero peor fue que me hicieras caer del caballo.

—Perdoná, flaco, nada personal. Pasa que no es lo mío que me aten como un chancho.

—Te pasa por andar afanando ¿Qué te hizo creer que eso está bien?

—Dale, si para ustedes una vaca no es nada—Le dio la espalda—Mientras ustedes tienen un ganado impresionante, nosotros nos cagamos de hambre y nos masacran.

—No es nuestra culpa que ustedes no quieran trabajar o sean chorros—Replicó Marrero—Mi familia consiguió todo lo que tiene de forma honesta.

—Debés apreciar mucho a tu familia ¿No?

—Eh...Sí, algo. Aunque a veces no me entiendan.

—Ah ¿No? Contame de eso.

—Mi familia y yo tenemos una visión muy diferente de lo que es vivir bien...Quisiera poder hacer música sin que me ataquen por eso. Te diría más, pero, je, no debería contarle mi vida a una desconocida.

—Ah, así que te gusta la música ¿Qué instrumento tocás?—Ignoró lo exagerado que le había parecido eso.

—El piano.

—Qué bien, yo la guitarra—Yara se percató de la conversación demasiado amigable que estaban teniendo y le entró un poco de pánico—Bueno, ya me duermo, adiós.

—Uh, bueno, que descanses.

Cuando los rayos solares empezaban a asomar por el horizonte y el cielo tomaba un color más pálido, Cano llegó a su segundo rancho. Tocó la puerta y nadie atendió «Yara debe estar durmiendo todavía» pensó y entonces entró como si nada. Recorrió toda la polvorosa y descuidada casa de arriba a abajo y nada.
No quiso pensar en lo peor, mejor se puso a pensar en que ella se había ido a recorrer el paisaje o estaba a punto de llegar, cualquier opción era más tranquilizadora que eso que Cano no quería ni decir.

•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora