•III•

189 21 5
                                    

Se había hecho de noche y Yara se detuvo cerca de una laguna, ató a la yegua y se instaló en el suelo para quitarse todo su disfraz una vez más y dejarlo en su mochila. Suspiró aliviada pues se estaba derritiendo de calor. Se sentó en el suelo y luego se recostó sobre la espalda, viendo las estrellas que de a momentos eran tapadas por unas nubes poco espesas, no llovería pronto.

—Tengo un poco de hambre—Le contó al caballo que no iba a responderle, porque claramente los animales no hablan—Ojalá pudiera comer pasto como vos—Pensó—Por ahí mañana puedo cazar algo, a lo mejor hay alguna liebre o algo cerca—Cerró los ojos, planeaba dormir solo un rato, no podía arriesgarse demasiado a que la encontraran—Que descanses, Negrita.

Estaba empezando a subir el sol, y los cinco hombres aún estaban buscando al ladrón. Estaban siguiendo el sendero que las herraduras habían dejado en el suelo seco, mientras no llegara a llover (O mientras no lloviera fuerte), podían ir tranquilos.

—¿Falta mucho?—Preguntó Alvin con impaciencia—Ya me estoy cansando ¿Paramos por lo menos? Un ratito nomás, por favor, les pago ¿Sí? Hasta se las chupo si quieren...Bueno, no.

—Ew, Alvarito, dios mío...Este...¿No te parece que descansaste mucho ya?—Dijo Tavella medio regañándolo—Ya paramos tres veces. A este paso no lo vamos a alcanzar más al wacho.

—Pucha, pero mirá, hasta el chiquito está de acuerdo conmigo—Señaló a Marrero, que se estaba quedando dormido aún a caballo, hasta babeaba ya—Dale, cinco minutos paremos, no es nada.

—Por cada segundo que paremos, ese gaucho va a estar un paso más por delante de nosotros—Habló Roberto-No podemos permitirnos darle semejante ventaja.

—Ay, bueno—Suspiró y empezó a buscar algo interesante con la mirada, a lo lejos había una laguna, unos árboles, y una señorita, que se preparaba para emprender viaje en una yegua negra—Eh, miren ahí ¿Y si vamos a preguntarle si vio pasar a algún gaucho? Díganme tonto, pero estoy seguro de que puede saber algo.

—Pff, tonto ¿No es ese el que buscamos? O tienen caballos y mochilas idénticas—Dedujo Topo—¡Marrero, arriba!—Exclamó, asustando al menor.

—¡¿Ehh?!—Se aferró a la montura porque casi se caía de vuelta.

Yara volteó y vio a sus perseguidores una vez más. Saltó al lomo de la Negra y con prisa empezó a cabalgar. Ellos eran veloces pero no las iban a alcanzar tan fácil esta vez.
Marrero, prestó atención al aspecto de la paisana, esos ojos, los había visto antes, entonces se dio cuenta. El gaucho que estaban cazando no era un gaucho, sino una gaucha.

—Momento ¿Es una mujer?—Alzó las cejas incrédulo.

—Estoy tan sorprendido como vos—Roberto le dio la razón, y se notaba que decía la verdad, por primera vez, se veía asombro, intriga incluso, en sus ojos, por fin había encontrado algo emocionante en el camino—Espero no estemos equivocados.

—Gurise ¿Están ciegos o qué?—Se rió Tavella—Ahora quiero su atención en atrapar a la dama—Ordenó a los cuatro. Estos obedecieron de inmediato.

La pobre no esperaba el ataque que recibiría, ahora estaba bastante lejos de ellos, por lo que se animó a ver hacia atrás, solo para que el corazón le de un vuelco al ver a Topo, a punto de utilizar una boleadora, una Tres Marías específicamente. Yara trató de moverse en zigzag, incluso si a la Negra no le gustaba mucho eso, lo importante era tratar de que no les dieran. Antuña lanzó su ataque. La Tres Marías la golpeó y atrapó cruelmente y ella terminó en el suelo.

La Negra paró de correr y se le quedó mirando y relinchando, como si le estuviera diciendo que se apure. La chica de pelo cortó forcejeaba para liberarse, también trató de alcanzar su cuchillo, pero era inútil, y pocos segundos después, estaban rodeadas y atadas. Yara quería llorar, pero siguió manteniéndose agresiva.

—Señorita, le recomiendo que se comporte. Si usted se porta bien, no le haremos ningún daño—Le indicó Tave.

—¡¿Comportarme?! ¡¿Te das cuenta de lo que pedís?! ¡Andá a bajar esa panza mejor, gordo de mierda!—Chilló ella con un tono histérico.

—Uyy—Alvin se rió—Es un poquito guaranga para ser una señorita.

—Yo que vos no me burlo mucho—Dijo Topo—Si no cuando la soltemos va a ir a vos primero.

• • •

Mientras tanto, Cano estaba esperando a Hernán, un hombre que le iba a cuidar el terreno en lo que él se iba a su otro rancho para encontrarse con Yara, iba a ser un viaje muy largo como para descuidar así su fuente de dinero.

Estaba tomando unos mates para despabilarse un poco, no acostumbraba a levantarse tan temprano. Como sea, la cosa es que entró a pensar en cosas pasadas, cuando se acordó de algo de hace un par de años, cuando conoció a Yara.
Resulta que él se había ido a robarle a una familia de mucho dinero, porque en ese momento su negocio no era tan grande. En el camino de regreso, se "chocó" con Yara, que se estaba escapando de unos vendedores. Ella lo siguió y terminó bajo su techo. O sea, no es que ella lo haya seguido sin su consentimiento, es que, por una razón que él mismo desconocía, había despertado una especie de compasión en él. Por eso decidió darle un hogar.

A pesar de que Yara era muy emocional para su gusto, aprendió algunas cosas de ella, en parte algo de amabilidad aunque solo la estuviese fingiendo. Y Yara también aprendió cosas de él, como a defenderse, estafar, robar, cosas que le iban a servir en el mundo tan frío y salvaje en el que vivían. La muchacha siempre decía que él le había enseñado a resistir sobre las dificultades de la vida, pero él dudaba de eso, a lo mejor ella había confundido el ser insensible con fortaleza.

Dejó esos pensamientos de lado y fue a alistarse, solo esperaba no llegar demasiado tarde.

•Bandido• (Cuarteto De Nos) [Sin Editar]Where stories live. Discover now