Amigos

11 2 0
                                    


No podía ser, ¡No aquí, no ahora! No lo toleraba en verdad. Mucho menos ahora, que me sentí tan impotente ante algo tan inminente.

Me alejé unos metros, casi de sobresalto, estaba completamente aterrado, mantenía la mirada fija en ese punto tan concreto, sin notarlo retomó su movimiento, justo frente a mí, estaba muy oscuro, apenas pude distinguir su movimiento, pero aun así sabía que se movía, podía oír el crujido de cada paso que daba sobre las hojas secas, percibía aquel olor espantoso, que concebía como algo sumamente repugnante; fue en ese entonces que, con el corazón casi saliendo estrepitoso de mi pecho, decidí mantenerme al margen, preferí dar unos pasos atrás, en un lugar más iluminado, la aberración no se movía por la luz, menos con gente presente, no hará nada mientras que...

Una mano corroída, con dedos alargados, para nada lánguidos y filosos en cierto punto; se acercó a mí casi llegando incluso a tocarme, di varios pasos hacia atrás, alejándome más.

No sabía qué podría ser seguro y que no.

Hui de ahí, escapé y evité todo contacto viendo en todo momento, sin siquiera apartar mi vista a lo lejos, aquello que me acosaba, vagaba desesperado, espantado, exaltado, teniendo ahora en cuenta que eso seguía ahí y que no me perdería, que me seguiría sin importar a donde fuera. Tan pronto como llegó ese pensamiento, empecé a respirar agraviadamente, a sobre pensar en mi marcha, percibía como mi lucidez se evaporaba, dejando otro panorama, donde todo el festival se tornó en una feria terrorífica ¡No lo recordaba así, no era así! No recordaba que los payasos me asustaron tanto, que las calabazas tuvieran su mirar tan torvo y siniestro, que las luces apenas iluminaban esta fría noche, que los disfraces de otoño parecieran de noche de brujas, que todos parecían acercarse como muertos vivientes hacia mí.

Entre ellos... sentía que alucinaba, que desvariaba, ¡no podría ser real, para nada real!

—Isaac, no siento nada —La voz tan melódica de Alida, que ahora era un lamento átono replicaba entre la multitud.

¿¡Cómo es que nadie podía verla!?

—¿Por qué sigues vivo? —Preguntó a mis espaldas la que antes era la voz cálida de Colin.

—Todo es tu culpa —Atizó Roth nuevamente como lo hizo aquella vez, ahora frente a mí.

Todos eran meros cadáveres, tal como los recordaba, pero ahora tenían una piel más fría, lucían algo encorvados, se acercaban hacia mí, la multitud era incapaz de interactuar con ellos, tan solo pasaban a su lado, pero podría sentir una brisa fría y putrefacta de donde yacían estos.

¡Para, por dios para!

Sentía que vomitaría o me desmayaría en mi desvariar.

Cada decorado de las calles, postes de luz, pintura y enrevesados decorados alentaban mi paranoia, por su parte, cada árbol, cada rostro engendraba en mi mente un sentir espeluznante, temiendo ver de nuevo, tal como un espectro, las caras de aquellos cadáveres; así que como puede, sabiendo que aquello me acosaba, ya no como algo distante, sino como algo cercano, persistente y hasta pernicioso, llegué corriendo a mi casa; creería que, a duras penas, sin aliento, afligido y aterrado.

8:00 pm

Mi pensar ansioso fue rápido. Encendí cada una de las luces de la casa, sentía que aquello lo retrasaba, o por lo menos calmaba ligeramente mis ansias, ¿En qué pensaba? No estaba preparado para enfrentarme a esto, por muy consciente que sea de mi situación, no puedo evitar pensar y sentir miedo ante lo que desconozco. Tras esto, me recosté contra el centro de la sala, le envié varios mensajes a Chloe, que de seguro querría borrar luego.

AcluofobiaWhere stories live. Discover now