Heridas

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—¿Qué ha pasado en verdad con mi mamá?

Elle Hollows era una persona que muy pocas se ven, alguien ambiciosa, cuyas metas y expectativas de sí misma, siempre estaban en lo más alto, era alguien dotada, presentaba un carisma y un carácter que avalaban todos los que la conocían. Mantenía siempre una rutina, que pocas veces salía de su orden habitual, sabía lo que quería y lo tenía que hacer para conseguirlo.

Una mujer hermosa, de cabello negro azabache, corto y radiante, que casualmente llegó a cautivar la atención de un joven.

Este no destacaba en nada, se podría decir que era una media absoluta, cabello castaño, era algo risueño y poco carismático, pero con algunas ideas extrapoladas, a la vez que interesantes. Llegando a captar ligeramente la atención de la renombrada Hollows.

Era algo improbable, que ambos llegasen tan siquiera a dirigir palabra el uno al otro, menos interactuar libremente, por eso resultó tan inusual la conexión entre ambos, parecía ser una casualidad fortuita, que aquel día ella decidiera tomar otro camino, que él decidiera indagar lo que llamaba su curiosidad, dando lugar a aquel momento que les entrelazaría.

¿No les dije que esta era una historia de amor?

Poco a poco, se fueron encontrando más seguido, hablaron más seguido, se conocieron con un interés desmedido, de alguna forma extraña y acendrada, uno le sumaba al otro, haciendo que cada uno desarrollara lo que se planteaba.

Hubo un día, que el joven Crawford vio de manera menos casual a su compañera, con una mirada embelesada y fascinada. Esta a su vez, quedó prendida del mirar del castaño, escuchando sus palabras de manera diferente a la usual, ninguno de los dos vería al otro de la misma forma.

A medida que pasaban tiempo juntos, compartían recuerdos, momentos, alegrías y tristezas, hasta que llegaron a un punto en el que se olvidaron de todo y estuvieron juntos.

Años más tarde, nacería el declive de Elle, Isaac, su único hijo, Paul se lo presentó alegre, con una sonrisa acendrada, mostrando lo que para él era algo invaluable, mientras que, para ella, algo sin valor.

Jamás se planteó una familia, o un hogar, ella deseaba otra cosa, quería reinventarse, innovar, sentía a aquella concepción, como algo que frustraba hasta lo más profundo de su ser.

Maldijo los ojos de su hijo, quienes miraban a su madre con ternura, mientras ella rezongaba con desprecio.

Los primeros años, resultaba hasta cierta medida soportable para ella, pero no fue sino hasta el cuarto invierno de su hijo, que había dejado de ser la misma, aquella casa la detestaba, aquel hijo lo detestaba.

Le resultaba asfixiante, tendida en la misma partitura de piano que había compuesto hace ya años, se estaba estancando, todo sueño que alguna vez tuvo, se había quedado en papel. No toleraba que su vida se hubiese convertido en una partitura de piano, que mostraba sus sueños desquebrajados.

Cada petición, cada "mamá" que el pequeño de Isaac profería, le desquiciaba inmensamente. No fue sino, hasta que cumplió los 6 que, sin previo aviso, tomó la decisión de irse.

Sería algo común, sin mucho que decir, de no ser porque en aquella ocasión, Paul no estaba, dejando al pequeño solo, encerrado, sin la decisión de saber nada más de él.

¿No ven que esta no es una historia de amor? Es una tragedia con varios tintes de la vida.

Isaac, quien solo creía que iba a comprar, se quedó esperando el regreso de su madre, tarareando sonoramente la partitura que siempre escuchaba de su madre. Jugaba, veía televisión, comía lo que encontraba y se divertía como podía, todo esto tarareando la canción que le recordaba a su madre, esperando a sorprenderla e intentando tocar el piano junto a ella.

El pequeño, temía a la oscuridad desde muy chico, su padre siempre lo tranquilizaba, el miedo desaparecía ante tal consuelo, pero en su ausencia, no pudo evitar pensar en su mamá, se preocupaba infinitamente por ella.

¿Por qué no regresa? ¿Dónde está mi mamá?

Se preguntaba berreando, sollozando de la tristeza y el miedo, consumiendo al pobre niño, haciendo que este durmiera en la puerta de la casa, esperando a que su madre abriera y la recibiera sonriente.

Posterior a esa noche, la voz y el vigor de Isaac se fueron mermando, tan solo quedaba un niño, que se refugiaba del frío y temor que le invadía la oscuridad, esperando a que llegara el siguiente día.

Le dolía, sufría sin tener una herida visible, sufría sin entender lo que lo afligía.

Pasaron 2 días, hasta que un vecino tocó a su puerta, dándose cuenta del niño, lo interrogó dándose cuenta de su situación y estado, el cual al momento de encontrarlo lo veía pésimo; este preocupado, intentó entrar en la casa, estaba trancada la puerta, pero al ver que le era imposible, rompió la puerta acogiendo al niño y llamando a su madre, quien se suponía estaba junto a él.

Dejó su teléfono y sus cosas, era incomunicable, así que acudió al padre, quien tan pronto como pudo, acudió al llamado.

En eso, el pequeño, se encontró con un niño que estaba junto a su padre, él traía un rifle de juguete, se divertía disparar balines con él, simulando a ser su padre quien veía como un héroe épico, típico de una epopeya griega.

Era extraño, como un evento traumático cimentaría algo más a futuro.

Pero, no hace falta decir, que aquel abandono, dejaría una secuela enorme. Pero eso es otra historia.

AcluofobiaWhere stories live. Discover now