Library.

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-¿Qué tal tu día? - Me preguntó mi madre, mientras pinchaba un poco de lechuga con su tenedor. Se lo llevó a la boca.

-Normal.

-¿Normal? - Cuestionó. - Esa sonrisa no dice lo mismo. - No era consciente de que estaba sonriendo, pero así era. Me puse seria, pero no duré más de dos segundos y volví a sonreir.

-Hoy no paré de reírme en el descanso de las doce. Estuvo bien.

-Es posible, que no pararas de reír por algo en especial... ¿O por alguien en especial? - Alzo las cejas un par de veces, mientras sonreía de forma pícara.

-Mamá...

-¿Estuviste con Luke? ¡Qué digo! Claro que estuviste con Luke.

-Mamá, déjalo.

-¿Os volvisteis a besar?

-¡Mamá! - Ella empezó a reírse.

El beso. Creía haberlo olvidado durante unas horas hasta ese momento. Se me venía a menudo a la cabeza, hoy por la mañana involuntariamente mis ojos se iban a los labios de Luke, cuando estaba con él. Se me venían imágenes de la nieve, de él a mi lado, de él besándome. Venían como flashes de una cámara, con contornos borrosos. Deseaba que aquello se repitiera, pero una parte de mí me decía que no me hiciera ilusiones. Después de esa tarde, la siguiente había estado con él y sus amigos y no se había vuelto a repetir. O al menos no me acordaba de ello, porque al parecer bebí tanto que acabé en su casa, durmiendo en el cuarto de su madre para que la mía no me matara. Ni si quiera recordaba como había llegado allí, tan solo la mañana siguiente Luke me dio un desayudo hecho por él – un par de tostadas quemadas y café – y después me contó alguna que otra tontería que le dije borracha. No me acordaba de nada en absoluto. Después me acompañó a casa, cuando mi dolor de cabeza se había ido. Eso es lo que más recordaba; el dolor de cabeza.

Hoy había sido un día duro de clase, pero después de un descanso con él – Nora estuvo “mala” (no le apeteció ir a clase) – todos los males se habían ido. Ni si quiera la profesora de Biología, anunciando un examen para mañana me hundió la mañana.

Mierda.

-Mamá, hoy voy a estar toda la tarde estudiando. Nos anunciaron un examen para mañana hoy mismo.

-Adivino, ¿la víbora de ética?

-Casi. Biología.

-Está bien, pero no sé si conseguirás estudiar. Los vecinos están haciendo reformas, ¡menudo ruido hacen!

-Bueno, puedo ir a la biblioteca.

Empecé a recoger mi plato vacío, había terminado de comer. Ella hizo lo mismo.

-Está bien, pero no vengas tarde. Mañana habrá clase.

-Tranquila.

Fui a mi cuarto y preparé los libros que necesitaría para estudiar y ya de paso, hacer deberes allí. Metí unos bolígrafos de varios colores y el carnet de la biblioteca, por si me apetecía de paso coger algún libro que me diera la gusilla de leer. No me apetecía ir ya, así que me tumbé un poco en la cama mientras enredaba en el móvil. No hacía nada especial ni interesante, pero prefería eso y hacer algo de tiempo a estar demasiadas horas estudiando. Estos días estaba especialmente vaga.

Al final, sobre las cuatro y media decidí que era hora de ir. Tampoco podía estar toda la vida haciendo tiempo y al final no estudiar nada, no podía suspender.

Con la mochila al hombro fui a despedirme de mi madre y después me alejé de casa. Los ruidos de la reforma de mis vecinos desaparecieron poco a poco hasta hacerse lejanos y más tarde se mezclaron con los motores de coches y murmullos de la gente por la calle. Fui a paso rápido, no quería entretenerme. Cogí un par de atajos, giré a la derecha, izquierda, derecha. Caminé por una avenida y un par de manzanas después llegué a la biblioteca. Había dos en la ciudad y tenía una más cerca de casa, pero en esta no solía venir mucha gente y estaba más tranquila. La prefería.

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