1. Adiós Curie

434 84 8
                                    

Paul Curie había partido del mundo terrenal. Su despedida fue memorable. Entre disparos al aire y muchas palabras emotivas, le dieron el último adiós a un gran Comandante. El mejor que había tenido París. Lamentablemente no duró el tiempo que él pensaba. Su partida fue tres meses antes.

Zoé lloraba inconsolablemente, mientras observaba aquel féretro con la bandera icónica de Francia, y el escudo emblemático de la Policía de París. Axel se acercó, y arrojó una hermosa rosa blanca. Sus lágrimas no paraban de brotar.

Finalmente todos se abrazaron, y decidieron retirarse lentamente del lugar. De pronto, alguien se acercó a ellos. Era el Coronel de la Policía de París: Bastian Bouvier.

—¡Morandé! Madame Lena. Lamento su pérdida. El Comandante Curie fue un excelente hombre.

—¡Coronel! Es un gusto verle de nuevo —dijo Morandé, estrechando su mano.

—Lamento que sea en un momento como este.

—¿Cuándo regresó de Roma?

—Ayer. Viajé luego de enterarme de la noticia.

—¿Usted era amigo de mi esposo? —preguntó Zoé, acercándose a él.

—Sí, Madame. ¿Supongo que usted es Zoé?

—Supone bien...

—Que tonto soy. Mis condolencias.

—¡Gracias!

—Morandé; ¿me permites un minuto?

—Desde luego, Coronel.

Morandé y Bouvier, caminaron hacia un lugar apartado del cementerio.

—Necesito conversar contigo un tema importante. Hay algo que debes...

Luego, la conversación fue interrumpida por una llamada. El móvil de Roel comenzó a sonar.

—Coronel...

—¡Adelante, Roel! Puede ser una emergencia.

Roel activó el dispositivo, y se mostró una imagen holográfica. Se trataba de Gerard Legrand (El jefe de Investigaciones).

—¡Gerard! Que sorpresa.

Espero no te asombre mucho mi llamada.

—Lo que realmente me asombra, es que no acudiste al funeral de tu amigo.

Créeme... fue por una buena Razón —dijo Gerad—. ¡Coronel! Que gusto saber de usted.

—Lo mismo opino, Legrand.

Lamento interrumpirte en este momento; pero debes ver esto...

—¿De qué se trata?

No me creerías si te lo dijera. Tienes que venir.

—¡Envíame la ubicación de inmediato! Lo lamento Coronel. Tengo que...

—Descuida. Yo iré contigo. Quiero ver de qué se trata.

—Será un placer, Coronel.

Roel se acercó a su familia.

—Debo irme. Se presentó algo de último minuto.

—Ve, Cariño. Nosotros iremos a casa.

—Por favor, Lena. No permitas que Zoé conduzca. No está en condiciones.

—Yo me encargaré...

—Hijo, papá debe ir a trabajar. Te veo luego —dijo Roel, agachándose.

—Sí, papá. Cuídate mucho.

—Lo haré.

Escondido, un Juego de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora