1. El Edificio Hálène

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El Edificio Hálène estaba ubicado en la Calle Albane. Era muy bello. Tenía apenas cinco pisos; pero su estructura arquitectónica semicircular, era lo que realmente llamaba la atención.

Esta hermosa edificación gozaba de una enorme jardinera en sus costados, que semanalmente era arreglada por Arleth Florit. Una dulce mujer afroamericana de 57 años, que le encantaba su vecindario.

Una mañana del 31 de Octubre del año 1999, Arleth se hallaba regando las hermosas flores de la jardinera. Ella estaba muy emocionada porque desde muy niña adoraba las festividades de Halloween. El día estaba maravilloso. Mostraba un sol radiante, y un cielo azul despejado de nubes. La noble mujer se dispuso a entrar en el edificio, y observó a Alexandre Bernard sentado sobre las escaleras que llevaban a los pisos superiores. Él era un hombre de 46 años, robusto, alto, y de cabello ondulado.

—¡Buen día, Alexandre! ¿Qué haces aquí a estas horas de la mañana?

El hombre no respondió.

—¡Bien!, si no quieres hablar, lo respeto. Voy a mi departamento —dijo Arleth, pasando por un costado de la escalera.

—He perdido mi empleo —dijo Alexandre.

—¡Oh!, qué pena. De verdad lo siento, Alexandre.

—No lo sienta —dijo él—. Un hombre sabe cuando llega el final.

Luego de decir estas palabras, Alexandre subió, y pasó a su lado. Así continúo hasta llegar a su departamento en el piso 3 del edificio.

Arleth no prestó mucha atención y se dirigió a su departamento.

...

En la noche de ese mismo día, muchos vecinos terminaban de decorar con entusiasmo el área principal del edificio. Se podían distinguir enormes telas de araña hechas con tejidos de algodón, y muchas calabazas de papel maché colgadas en el techo. En un pasillo angosto del lado izquierdo de la escalera, situaron una mesa para las botanas, donde se observaban algunas golosinas grotescas, y aperitivos acordes a la festividad. Los niños estaban alegres, y comían dulces sin parar.

Arleth estaba emocionada. Se hallaba horneando un pastel de calabaza, que sería el centro sobre la mesa de botanas. Unos minutos más tarde, Arleth bajó con el pastel en sus manos, mientras sus vecinos la elogiaban con gritos alegres y aplausos.

—Se ve delicioso, Arleth —dijo una de sus vecinas, Camille Roux. Una mujer abogada de 39 años, delgada, y de ojos azules. Ella era muy respetada en la localidad, y mantenía una buena relación de amistad con Arleth.

—¡Está delicioso, Camille! Te lo aseguro —dijo Arleth, mostrando una sonrisa en su rostro.

—Estoy segura que sí.

La reunión dio inicio con unas emotivas palabras de Chandler Robert. Un hombre de 47 años, alto, sin cabello, y de ojos pardos. Él era un colaborador de la localidad. Se desempeñaba como comerciante, y le encantaba organizar las festividades en el edificio.

—Las fiestas de Halloween no pueden pasar por alto. Una fecha como hoy, inicié mi camino como comerciante. Decidí dejar mi trabajo para independizarme. Créanme... ha sido la mejor decisión —dijo, mientras mantenía una copa de vino en su mano—. Por eso, brindo con mi copa en alto. Por los éxitos que me han acompañado, y por los que continuaran llegando. ¡SALUD!

Todos brindaron con algarabía. Estaban decididos a iniciar su celebración, para luego salir a disfrutar de los disfraces y la colecta de dulces. Pero algo muy extraño pasó. Alexandre bajó lentamente las escaleras con una escopeta en sus manos, mientras los observaba a todos con ira.

Escondido, un Juego de MuerteWhere stories live. Discover now