2. El Suplicio

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Nathan, Anette, y Travis, se hallaban en el interior del Edificio Hálène. Ambos hermanos estaban muy asustados, y sin salida alguna.

—Nathan; tienes que sacarnos de aquí —dijo Anette.

—No puedo. Ya les dije que es imposible.

—¿Te diste cuenta que también estás atrapado aquí, idiota? —expresó Travis.

—Él prometió que saldría ileso.

—¡Y tú le creíste! Eso demuestra lo imbécil que eres, Nathan. No sé cómo te fijaste en él, Anette —dijo Travis.

—Travis, por favor...

De pronto, el tablero de la Ouija comenzó a flotar por sí solo. La mecha de la vela se encendió, y se elevó. Ambos objetos quedaron levitando.

—¡Maldición! —exclamó Travis.

La puerta que dirigía al corredor del cuarto de lavandería se abrió; y una macabra risa comenzó a percibirse. Luego, las antiguas lavadoras se encendieron, y un grito de mujer se escuchó.

—Esa es una mujer... —dijo Anette.

—¡Bien! Ya hice lo que me pediste. Ahora sácame de este lugar —dijo Nathan, observando hacia el techo.

Luego de las palabras de Nathan, una pequeña puerta a su diestra se abrió, y él decidió correr hacia el interior.

—¡Adiós, chicos! De verdad lo lamento.

—No nos dejarás aquí, Nathan. ¡REGRESA!

Luego, la puerta se cerró, y ambos quedaron atrapados. Travis intentó abrirla, pero le fue imposible. Parecía que Nathan había logrado su cometido. Sin embargo, algo repentino sucedió. Un posible "objeto" proveniente del piso de arriba, comenzó a rebotar en cada escalón. En cuanto llegó al borde de la escalera, la sorpresa fue funesta.

—¡AHHH! —gritó Anette.

Travis la abrazó, y le cubrió el rostro con su pecho. Lo que había caído desde el piso superior, era la cabeza cercenada de Nathan.

—¡Esto no es posible! —dijo Travis.

Ambos se alejaron, y se dirigieron al corredor de lavandería, pasando debajo del tablero de la Ouija, que aún flotaba. De pronto, la puerta se cerró muy fuerte detrás de ellos.

—Tiene que ser una broma... —dijo Travis

—¡Eso es, Travis! Tal vez sea una broma de Nathan —dijo Anette, mientras se secaba las lágrimas.

—¿Y cómo explicas lo de la puerta? No es posible que haya desaparecido así nada más.

—Es posible que sea un truco.

—¡No, Anette! Yo toqué la pared. Era solo eso. Además, la cabeza de Nathan se veía muy real.

—Es absurdo, hermano. Nathan entró por la puerta a su derecha, y la cabeza provino de arriba.

—¡Espero que sea como dices! Pero escúchame bien, Anette —dijo Travis, señalando a su hermana—, si eso llegara a ser cierto, yo me encargaré personalmente de ese imbécil.

—Ya fue suficiente, Travis. ¿No entiendes? Realmente me agrada Nathan.

—¿Y qué hay de Adrien?

—¿Qué pasa con Adrien? Él es nuestro amigo.

—Adrien está enamorado de ti desde hace mucho. Lo único que ha hecho es tratar de impresionarte. Por eso aceptó iniciar este estúpido juego.

—¡No es cierto! —dijo Anette.

—¡Sí! Lo es... Pero eres tan tonta que no te diste cuenta. Pensaba que ustedes tenían un sexto sentido.

—Travis...

—¡Ya, Anette! No importa. Si ese idiota está vivo, entonces tendré que aceptarlo.

—Travis...

—No voy a discutirlo, Anette. Este no es el lugar preciso. Estamos...

—¡TRAVIS!

—¿QUÉ?

—Observa...

Justo en la entrada del cuarto de lavandería, se postró una mujer anciana. Tenía su cabeza en dirección al piso, y una gran cantidad de sangre proveniente de su pecho caía al suelo.

Travis y Anette, habían pasado por alto algunos eventos durante su discusión. Adicional a esto, sus mentes divagaban entre lo que era real, y lo que podía ser solo una broma. Pero luego del avistamiento de esta extraña mujer, toda su perspectiva cambió.

—¿Quién es usted? —preguntó Travis.

La mujer levantó la cabeza, y mostró su horrible rostro. Estaba lleno de pequeños agujeros, y tenía los ojos totalmente blancos. Ella era Arleth... o por lo menos, su versión siniestra.

Están jugando algo peligroso... —dijo la mujer, mientras caminaba lentamente hacia ellos.

—Ven, Travis... se está acercando —dijo Anette, muy asustada.

Travis decidió hacerle caso a su hermana, y ambos corrieron en sentido contrario; pero la puerta estaba atascada.

Yo jugué hace muchos años. Ahora estoy en un lugar muy divertido. ¿Quieren acompañarme? —dijo la mujer.

Mientras el espectro maligno de Arleth se acercaba, ellos intentaron con todas sus fuerzas abrir la puerta. Comenzaron a propinarle muchos golpes y patadas. De pronto, se abrió completamente sola.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Dónde está la cabeza de Nathan?

—El tablero de la Ouija tampoco está. No tenemos salida, Travis —dijo Anette.

—¡Tenemos que subir!

Travis tomó a Anette de la mano, y ambos subieron rápidamente las escaleras. De esta manera llegaron al primer piso. Pero no encontraron absolutamente nada. No había puertas, ni ventanas. Era solo un corredor amplio, y oscuro.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Anette.

—No lo sé, hermana —dijo Travis, tomándola entre sus brazos.

Mientras ambos se sacudían por el miedo, el espectro de un niño se manifestó ante ellos. Comenzó a caminar lentamente, mientras dibujaba con una tiza de color rojo, líneas distorsionadas en la pared a su diestra.

De pronto, mientras ambos lo observaban con miedo, el infante se acercó a ellos, y abrió su boca en una capacidad extrema. Luego de esto, desapareció.

Anette comenzó a llorar desesperadamente, mientras Travis intentaba calmarla. Finalmente se había dado cuenta, que todo lo que estaban viviendo no era parte de una simple broma. Realmente se encontraban atrapados en plena festividad de Halloween, dentro de un lugar repleto de demonios. 

Escondido, un Juego de MuerteWhere stories live. Discover now