7. La Huida

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Curie aparcó su camioneta en el estacionamiento del Hospital Galèn. Luego, él y Morandé se dirigieron hacia el elevador.

—Esto es una mala idea.

—¿Ver a la niña de nuevo?

—¡No! Lo que has estado pensando sobre el estúpido tablero.

—Morandé; entiende... somos testigos de todo esto. Debemos hacer algo. Solo nosotros sabemos la verdad por completo.

Finalmente llegaron al primer nivel, y se dirigieron al Área de Observación. La cabina No. 8 estaba vacía. Afuera de esta, se encontraba el Detective Hugo Lefebvre con sus manos en la espalda, mientras el Departamento de Investigaciones inspeccionaba el lugar.

Curie observó el interior de la cabina, y notó una tela negra sobre la cama. Parecía que estaba cubriendo algo importante.

—¡Lefebvre! Espero que sean buenas noticias. ¿Trasladaron a la pequeña a una habitación? —preguntó Curie.

—No te hagas el tonto, Curie. Supongo que ya hablaste con Antoine.

—Y yo supongo que sabes que está muerto —respondió Curie.

—De ese tema hablaremos luego.

—¿Qué sucedió con la pequeña? ¿Y dónde están todos?

—Les pedí que salieran de esta área.

—¿Por qué hiciste eso?

—¡Observa! —dijo Lefebvre, colocándose unos guantes blancos.

El hombre levantó la tela, y debajo de ella, se hallaba un escrito con sangre.

—¡Maldición! —exclamó Morandé.

—Anoche las cámaras de vigilancia grabaron a Charlotte saliendo del Hospital. Pero el personal no la vio.

El escrito sobre la sábana decía lo siguiente:

«Bureau de Toilettes. 72, Rue des pretes-Floriane»

—Esto tiene que ser una broma —dijo Curie.

—Tal vez escuchó cuando el Detective te decía la dirección de Antoine —dijo Morandé.

Curie se volteó y vio a Morandé justo a los ojos.

—Un infante no escribe una nota con sangre. Pide papel y lápiz, Morandé. Es ese maldito. Quiere que volvamos.

—O tal vez fue por Antoine... —dijo Lefebvre.

—Debemos ir tras ella —dijo Curie.

—Yo iré con ustedes. La última vez que fueron solos, alguien murió.

—No seas imbécil, Lefebvre. Sabes muy bien que el sujeto se suicidó.

—Insisto. Voy con ustedes.

—Haz lo que quieras. ¡Vamos, Morandé!

Escondido, un Juego de MuerteWhere stories live. Discover now