Crush | Fem Yugi

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Un brindis por esa parte ridícula de todos nosotros que solo quiere que nuestro crush nos de bola.

Llegó la hora de empalagarse

Llegó la hora de empalagarse

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-Ay, dios...-murmuró Yugi aferrándose con fuerza a los bordes de su escritorio.

De todos los días de la semana, justamente ese día, en el que su despertador decidió no sonar, su cabello era un desastre y tenía migajas de pan tostado en las mejillas, Atem Hammad se había quedado mirándola durante al menos unos cuatro minutos.

Yugi se petrificó, sus pálidas mejillas adquirieron un intenso rubor y por un momento tuvo la impresión de haber olvidado cómo respirar.

Anzu Masaki rodó los ojos esbozando una sonrisa divertida al ver cómo su amiga quedaba en el más absoluto estado de shock. Casi podía escuchar la chispa ocasionada por el cortocircuito dentro de su cabeza.

-Por Dios, Yugi, no te quedes tan tiesa. Cualquiera que te ve piensa que Atem te da miedo.

Al escuchar esas palabras, la chica de los ojos de amatista frunció los labios, creando una extraña y graciosa mueca que delataba su nerviosismo. Se mantuvo callada e hizo su mejor esfuerzo por acomodar su largo cabello tricolor, el cual solía llevar recogido, pero que en esos momentos caía sobre sus hombros gritándole al mundo que no había tenido tiempo de peinarse esa mañana.

Yugi, que de por sí tenía serios problemas para socializar, entraba en pánico cada vez que su crush pasaba caminando frente a ella. Generalmente se quedaba paralizada en su sitio con cara de tonta, pero en ciertas ocasiones corría a esconderse en el algún lugar (casi siempre detrás de Anzu) como si la persiguiera el diablo. Atem Hammad, su presencia y sus andares de monarca eran demasiado para ella en muchos sentidos.

Anzu lo notaba, de hecho, todos podían notarlo; Yugi Muto era malditamente transparente para todo, incluso para mentir cuando alguien le preguntaba por qué se quedaba tiesa en los pasillos cada vez que Atem pasaba por ahí. De cualquier forma, tenía la suerte de que su mejor amiga tuviese la habilidad de inventarse excusas en el aire.

La chica del cabello castaño de vez en cuando solía hacer unos desesperados intentos para lograr que Yugi moviera un músculo y se lanzara a conquistar a su crush.

Hasta el día de hoy la timidez de su amiga le había hecho fracasar miserablemente, pero Anzu Masaki no estaba dispuesta a renunciar a su papel de Celestina.

-¿No te parece un buen momento para hablar con él?-dijo volteándose a mirar a su amiga, que prácticamente se escondía tras su espalda, encogiéndose en su silla como si deseara desaparecer.

Yugi torció los labios y comenzó a enrollar un mechón de su cabello con su dedo índice de forma nerviosa mientras movía la cabeza en negación. Anzu arqueó las cejas y volteándose en su silla para acomodar sus cuadernos, dejó escapar un pequeño suspiro.

【 Cᴀᴅᴀ́ᴠᴇʀ Exᴏ̨ᴜɪsɪᴛᴏ 】 Where stories live. Discover now