c i n c u e n t a

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—¿Vas a presentarme?–cuestiono al separarse.

—¡Ah! Si, ven.–tomó su mano y la jalo hasta llevarla frente a sus amigos y su familia.–Chicos, esta es Madelaine, Maddie.

Él habló en francés y por un momento se preguntó si ella debía hacerlo porque claro, entendía el idioma pero no se sentía confiada con su pronunciación.

—Hola.–murmuró en el idioma nerviosa luego de charles le presentara a cada uno.

—Por fin conocemos a la chica de la que Charles no para de hablar.–un chico alto de cabello castaño con ojos del mismo color, Thomas, que por lo que el ojiverde le había contado eran muy cercanos.

—Thomas, no me avergüences.–le pidió el ojiverde.

Maddie se aferró al agarre de charles en su cintura nerviosa y vaya que no se lo espero, ella no era tan tímida pero estos eran los amigos de Charles y su familia, quería dejar una buena impresión.

—Un placer por fin conocerte, Maddie.–hablo otro chico igual de alto que el anterior pero con menos cabello, Riccardo.–Ignora a Thomas.

La rubia sonrió porque poco a poco se sentía mucho la cómoda.

—Te presentaré a mis hermanos.–le murmuró el monagesco cerca de su oído.

Charles la impulsó a caminar sin romper el contacto en su cintura, no quería soltarla, temía que si lo hacia, despertaría y todo sería un sueño.

—Bonita, estos son Arthur y Lorenzo.–señaló a los chicos respectivamente.–Y ella es mi madre, Pascale.

Maddie sonrió tímidamente sin saber a quién saludar primero.

—Es placer por fin conocerlos, charles me ha hablado mucho de ustedes.–hablo tratando que su francés fuera lo mejor posible.

—No creo que tanto como él nos ha hablado de ti.–murmuró él pelinegro.–Es un placer, Maddie, nos alegra mucho por fin conocerte.

Parecía sincero y casi quiso abrazarlo por recibirla de tal manera.

—Nos alegra ver que eres exactamente como Charles te describió y que eres real y no parte de su imaginación.–bromeó el menor de los Leclerc.

Todos soltaron una carcajada mientras charles se refugiaba ocultando su rostro en el hombro de la neerlandesa.

—Maddie, siéntete libre de hablar con nosotros, tal vez no estás acostumbrada a hablar francés todo el tiempo.–hablo por primera vez la madre del monagesco.

Tenía una sonrisa tan maternal que por un momento deseo que alguna vez su madre la hubiese mirado así. Pero se limitó a sonreír.

—Está bien, Charles me ha insistido en que hable francés con él desde el momento que le dije que sabía un poco.

—Es modesta, sabe más de lo que dice.–murmuró charles aún un poco apenado por el comentario de su hermano.

—Lo haces muy bien, cariño.–le afirmo Pascale de nuevo con esa linda sonrisa.

Los nervios que había sentido en algún momento se desvanecieron y ya se sentía en comodidad como si podía ser ella realmente, sin ningún temor.

ONLY YOU || Charles LeclercOn viuen les histories. Descobreix ara