c i n c u e n t a y d o s

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—LA COMIDA estaba deliciosa

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LA COMIDA estaba deliciosa.–murmuró Maddie en el ascensor.

—La comida esta normal, la compañía si que me quitaba el aliento.–murmuró acortando la distancia entre ellos para abrazarla por la cintura.

Ella sonrió llevando sus manos a su cuello.—Alguien está intento provocarme.–susurro muy cerca de sus labios jugando con su cabello.

—Me estoy arriesgando, bonita, colabora.–comento con gracia.

Ella soltó una pequeña risa. Tenerlo tan cerca la volvía loca, su aroma tan varonil, su cabello despeinado y sus ojos más oscuros de lo normal, no aguanto más y lo beso.

Y si que se sorprendió cuando sus labios se juntaron porque él la besó más rápido, hasta más feroz, que muchas otras veces. Sus lenguas se juntaron en una batalla por estar al mismo ritmo y podía sentir sus respiraciones aceleradas.

Habían pasado una linda velada en un restaurante que el monagesco catalogó como su restaurante favorito de todo monaco, lo cual le pareció gracioso a la neerlandesa porque la ciudad no era tan grande y cuando mucho habían diez restaurantes.

—Estás yendo muy rápido hoy, piloto maravilla.–murmuró con gracia rozando sus labios al hablar.

—No tan rápido a cómo estoy acostumbrado.–bromeó.

Sabía cómo terminaría eso y por primera vez en su vida, no tenía ganas de terminar con él en la cama. No era que no quisiera, por supuesto que queria, el deseo que sentía hacia él era tan grande que a veces le costaba controlar las ganas de lanzarse sobre él pero quería experimentar el romance de los primeros meses, quería que cuando por fin tuvieran sexo fuera más que eso, que fuera el amor.

—Bonito, quiero esperar.–susurro acariciando el borde sus labios delicadamente con sus dedos.

—¿Que quieres decir?

—No quiero que nos apresuremos, quiero esperar, anticipar el momento, desearlo con tantas ganas que quiera arrancarte la ropa.

El monagesco carcajeó juguetonamente.

—No pisas el acelerador cuando vas a tomar la curva, ¿cierto?

—No. Esperas para la recta.

—Quiero esperar hasta la recta, hasta que todo lo que siento por ti no pueda ser expresados ni con palabras ni besos sino que necesite más.

Charles sonrió y tomó su rostro con ambas manos para besar su frente con suavidad.

—Entonces esperaremos. No tengo ninguna prisa, bonita.

La miro una última vez y se apresuró a abrir la puerta de su departamento, no había caído en cuenta hasta ese momento que aún seguían en el pasillo y que algunos de sus vecinos pudieron verlos.

ONLY YOU || Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora