48 [parte 2]-Carson

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— Calen –inicio– antes me...yo estuve pensando mucho en eso de tus pesadillas y quizá a ti no te interese contarme pero...si voy a ser honesta quiera saber por qué son. ¿A qué se deben? Escucha: por muy horrendo que sea...yo seguiré aquí.

Lo real es que ello comenzó a rondarme la mente luego de ver la última grabación que Xavi nos enseñó: ahí Beck sostenía que Calen sentía culpa por algo que ha ocultado desde la niñez a su padre. Él dijo: «... en qué condiciones murió tu madre...»

— Dime algo por favor...dime al menos: "no es tu asunto" –enfatizo–. Algo.

— Sí quiero decirte.

— Vale –espero.

— Las pesadillas empezaron con la muerte de mamá pero luego se iban mezclando con recuerdos más actuales, con culpas que tengo sobre mis hombros. Con cosas en las que no quiero involucrarte pero entiendo que de mamá quieras saber. Me he sentido culpable desde que murió pero con el tiempo he aprendido que no lo soy. Yo solo era un niño chiquito al que su madre manipuló para suicidarse

— Calen...–aspiro.

— Ella solo vivía conmigo de modo que al decidirse a acometer el acto, me llevó a la parte trasera de la casa y vi que una soga colgaba. Claro que yo no sabía que eso era una horca...no lo sabía. Ella se subió a una banqueta mientras yo la veía diciéndole: ¿mami qué vas a hacer? Ella me dijo que era un juego entre los dos...que yo debía alejar esa banqueta y que mamá iba a flotar. Así que lo hice...y mamá flotó pero...revolviéndose de una forma muy extraña. Le abracé los pies y grité: ¡mami baja! ¡mami baja! Hasta que mami ya no se movía y...jamás volvió a moverse.

— Calen...–no quiero llorar frente a él.

Me muerdo el labio inferior con los dientes, pero él que sí llora, me atare por el cuello para acunarme el rostro en su pecho.

— Me fui –continúa él–, a jugar...a merendar. Y volví con el tiempo a buscarla para saber si ya no flotaba. Ella estaba ahí, le toqué un pie y de tan frío que estaba, retiré mi mano. Me fui otra vez...papá llegó luego con visita para la casa y no dije nada. Callé todo. Pensé: si papá sabe del juego con mamá, se enojará conmigo. Después con el pasar de los años me dije: si papá sabe que asesiné a mamá, no me querrá más y luego me recriminaba: si papa sabe la verdad, no me lo perdonará. Él la encontró después de buscarla por toda la casa. En suma, a día de hoy no tiene cómo saber de mis pesadillas porque no sabe que yo maté a mamá.

— Tú no la mataste –defiendo.

Tomo asiento a su lado; él continúa recostado.

— Calen no –reitero–. Como has dicho...tu mamá solo se aprovechó de tu ingenuidad de niño pequeño. Y lamento mucho que ella haya hecho tal cosa pero segura estoy que tú no tienes nada que ver con esa terrible elección.

— Sé que no. Tiempo después a papá le llegaron reportes de su médico personal: ella estaba desarrollando una especie de enfermedad ligada a sus frecuentes depresiones. Eso papá me lo contó a los quince años, pues creyó que en esa etapa comprendería mucho mejor todo lo relacionado como mamá.

De momento él calla.

— Te amo –digo sintiendo el roce de algunas lágrimas–. No sé, o sé –resalto– qué no hay nada que yo te pueda decir para aliviar ese dolor que te acompañará toda la vida...pero Calen...puedo estar junto a ti mientras dure.

— Gracias, Sirena.

Él sorbe su nariz; yo igual.

Mientras nos besamos, oímos a lo lejos un sonido de sirena de policía. Que se vuelve más próximo. Entonces, nos separamos.

Sociedad Italina (Completa) ✓©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora