24-Carson

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¿Alérgico?

Nueva rutina; nuevas adquisiciones.








He alcanzado dos grandes logros estos últimos días: 1) ser la Puta de Italo y 2) llegar tarde a todas mis clases.

La reputación que va en ascenso todavía no es ni tan siquiera obviada por dale cobertura al Duende. No; camino por cada pasillo siendo una especie de castor que alguien cruzó con erizo y se volvió un ser ermitaño. Después de convertirme en la novia de Calen Sanders mis uñas han mudado su esplendor: ahora llevo el esmalte lila repartido en fragmentos y no paro de comérmelas a la primera oportunidad: ya sea en clases, en la biblioteca, o aquí mismo mientras estudio llena de libros en la cama. Esto, dado que el dueño del dormitorio no posee casi muebles. Pero claro él estudia en el suelo al otro extremo de la habitación que parece casa lista para vender.

— Ya te he dicho que no repartas tu reguero en mi cama –chista nada más entrar.

— ¿Dónde estabas?

— ¿Controlándome cariño? –supone con mofarse.

— En absoluto, lo dije por instaurar una charla pero me da igual.

Vuelco otra vez la concentración en mis libros y resúmenes hasta notarlo invadiéndome.

— Necesito que no te acuestes, estoy estudiando –condiciono.

— ¿Y a mí qué? –gesticula con sus manos que no le importa– Vete al suelo, es muy cómodo, yo me voy a recostar

— El suelo será para brutos como tú –le rebato.

— Seré todo lo que quieras pero ¡ahí va! –actúa de impresionado luego de lanzar uno de mis libros al otro lado– ¡A volado!

En acto seguido, comienza a reducirme el ángulo de mi espacio para tratar de sacarme.

— En mi cama se folla; no se estudia.

— Pues te quedarás con ganas –respondo.

— Siempre puedo hacerlo con alguien más –sugiere.

— Mira pues sí pero mientras no sea aquí, maravilloso porque este dormitorio –punteo con mi puntero– también es mío y lo respetas. ¿A todas estas: tú no estudias?

— Soy un estudiante con beneficios.

— ¿Qué? ¿Compras notas?

— Es broma –cuenta–. Acabo de cenar y es malo para la salud estudiar enseguida.

— También es malo dormir después de cenar –replico.

Su mirada me dice que no ha pedido mi opinión, con todo, él se duerme y yo estudio en una esquina de la cama. Ya entrada la noche tomo en cuenta que no fui al comedor. En realidad me doy cuenta porque el estómago me ruge en protesta y en consecuencia detengo el estudio con el que me siento satisfecha. Alejo todo hasta el tocador colocándolos en pilitas mientras odio el sinsentido minimalismo de Calen.

Una, dos y casi tres horas después, el hambre gana la batalla con el sueño. De vez en cuando giro para ver con rencor al que duerme como un tronco. Lo hace bocabajo además. Por tanto le comienzo a voltear para dejarlo sobre su costado. Mamá me enseñó que no es bueno la antes postura de Calen. Al cabo de un rato empiezo a dormitar, sin embargo, noto una revoltura y giro con disimulo para verle: Calen según yo tiene una pesadilla pero el susto de verle arrugando sus ojos, de presenciarlo sudando y manteniendo una reiterada negación, me hace actuar como dormida. Luego, despierta de su mal sueño y se adentra en el baño con intención quizá de bañarse de nuevo, pues una vez cierra la puerta, mi audición percibe el sonido del agua choreando con fuerza contra las baldosas.

Sociedad Italina (Completa) ✓©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora