47 [parte 2]-West

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En la enorme sala de la mansión, Beck Becker y yo, Amelia West, bailamos a través del sentimiento que implica el tango: tristezas en cosas del amor. Insatisfacción, y el inevitable deseo sexual que nos ronda pero sin tocarnos.

Es por ello que sus labios raspan la curva de mi mentón pero no llega mi boca. Ni luego, cuando entiendo más del baile, mis pies que zigzaguean en derredor de su cuerpo se arriman a sostener sus caderas. Rozan al subir y al bajar, sin más que el aferro de mis manos. Mi cuerpo se deja llevar por él y los gestos de sus manos, sin embargo, mantienen el control propio con que se enarbola. Da giros abruptos que me hacen tocar el suelo y acercarme dolorosamente a él. Me sitúa en diagonal haciendo que fluctúe entre movimientos compañeros de del vaivén que marca la pista y que afianzan nuestras miradas, sin que una escape de la otra. Para enlazarnos en vueltas como pinceladas que arriban a una cargada al final.

Luego me devuelve al suelo yendo un poco sofocada.

Pienso en algo que sin tapujos boto por la boca.

— ¿Este baile es para la Demo Dance...o para nosotros?

— Para mí.

Arqueo una ceja; arrugo el ceño.

— ¿Sí?

— Sí: como no serás mía en otros efectos, lo serás en la Demo Dance.

— Vale –carraspeo–, sigamos.

Toda la tarde paso en compañía de Beck que incluso cocina para mí. Yo me reprimo de darle muchos halagos porque me preocupa cómo podría tomárselos él. Aunque lo cierto es que no lo hace mal; lo hace de puta madre. Por lo cual, me cuesta mucho en ocasiones no quedármele viendo mientras descansamos para volver a los ensayos.

Veo a Beck afirmándome en que es tan maravilloso, como tan palpitante en mí la incapacidad de olvidar a André mientras estoy con él.

— ¿Cómo está la situación con el Duque? –husmea.

— No muy bien...

Gira su cuello ante lo dicho.

— ¿Por qué?

— No lo sé....no logro entenderlo, o lo que entiendo no me gusta. El caso es que cuando tengo las cosas claras, todo conspira en contra de ellas y empiezo a replanteármelas. A veces ni sé que creer, o que entender...

— ¿Qué entiendes?

— Que André está castigándome por todas las veces en que lo usé. Pero a la verdad yo lo hice sin esa intención, y ahora él no quiere dejar a su novia por no hacerle daño: porque él no la ama, pero le tiene cariño por su amistad. Ella...tampoco se alejará de él. Y yo sigo en el medio sin saber qué hacer.

— De un modo tajante yo te diría que lo mandaras al carajo...pero estás enamorada. No sé qué decirte más allá de que me arrepiento de haber estado en la misma Universidad y no haber puesto mis ojos en ti mucho antes. Que eres bella, inteligente, y de buenos sentimientos.

— Gracias –digo para voltear a verlo.

Entonces, lo noto muy cerca.

— No Beck, por favor...ya me equivoqué una vez.

Recuerdo lo de anoche con Xavi.

— No me digas. Que mal que no te equivocase conmigo. Escucha...

— ¿Qué...?

Ninguno se aleja, de modo que la conversación ocurre entre centímetros de separación.

— Deja que te dibuje desnuda –pide.

— ¡Qué! –chillo por lo bajo.

Beck ríe.

Sociedad Italina (Completa) ✓©Where stories live. Discover now