Por tanto, le cuento.

— Entonces –resume– ellos asesinaron a alguien...pero West, eso ya lo sabíamos

— Pero lo habíamos olvidado. Nos concentramos en amar en vez de temer...

— Pues sí...pero ¿El Duende, qué hará?

— No lo sé aunque los ha puesto sobre aviso. Creo yo...

Xavi toca; luego se adentra sin saludar. Va al grano:

— Ya sé por qué Mica mintió: debía alejarse, el Duende la tenía extorsionada. Siempre tuve razón: aunque no pertenezco a su mundo creí que podríamos complementar el equilibrio entre los dos. ¡Estaba en lo cierto! Ella aún me quiere. Me contó de ello segundos antes del beso que salió en la primera foto que él publicó...fui a por ella y comprendí todo: ella creyó que así, dándome la espalda, haciendo que me odiasen por su causa, yo la odiaría. Por ende no iría a buscarla más.

— ¿Entonces por qué te vino a decir esto hoy?

— ¡Porque estamos cansados! –muestra– Arinita, es agotador estar con alguien que uno ama a las sombras...también quizá por el sentimiento del nuevo año. Mica no está bien porque a pesar de todo continúa apartándome. Solo nos besamos esa precisa vez en que el Duende tomó la foto. Nos estaba siguiendo, estoy seguro.

— Y no va a parar –determino–. No entiendo ¿ese hacker que le importa Mica? ¡¿Qué le importa todo?! ¿Está jodiendo solo por joder?

— No.

— ¿Tus sabes algo Xavi? –husmeo

— A ciencia exacta no, pero chicas. Mica me dijo: «ellos no van a parar y yo quiero estar contigo». ¿Qué dice eso? –conjetura él– Que son más; El Duende no actúa solo, ni actúa por joder, sino que cuánto ha hecho hasta ahora es para posicionarse...o ganar tiempo para algo.

— Para descubrir ese asesinato a la Sociedad Italina –aporta Carson.

— Y de paso, al mundo –señalo.

— Exacto. Y más...–entonces él se quita la mochila que trae puesta.

Deja su laptop sobre el escritorio de Carson y nos refresca la mente con sus cavilaciones.

— Aquí tengo grabadas las tomas que han hecho las cámaras en la sexta habitación...no hay mucho material importante pero sí creo que El Duende puede tener parte con esos extorsionadores que le pidieron la última vez el dinero, los dos millones...

— ¿Tú crees? –sopeso.

— Sí, tengo esa ¿corazonada? –intenta explicarse– y más, otra grabación que no les he mostrado...

Ahí se ve a Beck en una de sus sesiones de dibujo, aunque vestido para irse a la fiesta de Neón, muy a su onda hasta que el trío de Calen, KIMKA y Mica, llega.

— Quieren más –le cuenta Calen a Beck.

— ¡¿Qué?! –flipa el pintor– ¿Cuánto?

— Cuatro millones.

— Eso es imposible, no les daremos nada.

— ¡Cómo que no! –le riñe KIMKA descruzando los brazos– Han amenazado a Calen con revelar que lo asesinamos. Contarán la historia a su manera y nos harán quedar como lo peor.

— Pues nos defenderemos ¿o qué? ¿Continuaremos eternamente pagando a los Cano por ocultar, sí, un crimen pero que fue en defensa propia?

El punto de Beck atrae una respuesta de Micaela en voz muy baja:

Sociedad Italina (Completa) ✓©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora