Capitulo 36 ✓

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Amelia esperaba pacientemente en su habitación, llena de anticipación por encontrarse con su obra maestra. Para ella, esta creación representaba la oportunidad de demostrar al mundo que la vida no solo era un regalo divino, sino que también podía ser concebida y moldeada por la ciencia.

Lena, por su parte, era un ser extraordinariamente similar a Amelia, casi de una manera peligrosa. Sin embargo, había una diferencia crucial entre ellas: Lena nunca había experimentado la vida, ya que nació sin vida misma. Su piel pálida, tan blanca como la de un cadáver, era un testimonio evidente de su condición, y su apariencia reflejaba la pureza del alma.

A pesar de su juventud, Lena conservaba una belleza singular que tenía el poder de atraer a cualquier persona a su alrededor. Sus ojos, como joyas preciosas, eran capaces de hipnotizar y dominar a cualquiera con una sola mirada, como si fueran esclavos obedeciendo sus órdenes.

Desde muy temprana edad, Lena siempre sospechó de su propia naturaleza, lo cual la llevó a no perder tiempo en poner a prueba su teoría de que no era humana. Una vez que obtuvo pruebas concluyentes, las guardó celosamente y se sumergió en su laboratorio, dedicando su vida a la investigación y a la búsqueda de respuestas.

Con el paso del tiempo, Lena aceptó su verdadera naturaleza y vivió en consonancia con ella, sin preocuparse por las convenciones sociales o el mundo exterior. Sin embargo, todo cambió cuando Kara entró en su vida.

La relación entre Lena y la joven de ojos hermosos la llenaba de angustia, especialmente cuando Kara expresaba su deseo de formar una familia. Lena se cuestionaba cómo podría revelar la verdad sin que Kara la viera como un monstruo y la despreciara por no poder concebir hijos, ya que todos sus intentos resultaban en la muerte de los bebés.

La desesperación llevó a Lena a cometer un acto imperdonable para sí misma: creó un ser igual a ella pero mortal. Este ser, al que llamó Kieran, compartía sus rasgos físicos, pero su mentalidad y forma de relacionarse eran completamente diferentes.

La lealtad de Kieran hacia Lena era incondicional y la consideraba su hermana, un sentimiento que era mutuo por parte de Lena hacia ella

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La lealtad de Kieran hacia Lena era incondicional y la consideraba su hermana, un sentimiento que era mutuo por parte de Lena hacia ella.

Dado que Kieran era un ser vivo, no hubo problemas para que llevara en su vientre a los hijos de Lena. Kieran era inteligente y, en ocasiones, parecía no comprender la importancia de los sentimientos humanos, lo cual hizo que llevar a cabo el embarazo no fuera un problema para ella. Nunca se encariñó con los niños ni buscó establecer una relación con ellos.

Esta situación resultó ser beneficiosa para Lena, ya que la mansión era lo suficientemente grande como para que Kieran pudiera vivir en ella sin problemas. Sin embargo, Kieran rara vez era vista, ya que residía en una habitación oculta y solo se aventuraba por los pasillos secretos cuando deseaba explorar su hogar.

En una ocasión, Kieran sugirió a Lena que examinara más detenidamente a sus hijos, lo cual ella hizo de inmediato, ya que los síntomas que Kieran le había mencionado le causaron una gran preocupación.

Después de múltiples exámenes médicos, Lena recibió una sorpresa que disipó su preocupación y la llenó de una profunda calma: sus hijos tenían todos los rasgos necesarios para ser gemelos, e incluso compartían una conexión tan fuerte que podían sentir exactamente lo mismo sin necesidad de ser telepatas.

En ese momento, Barry, su asistente, entró en la habitación y anunció la llegada de una joven. Amelia se dirigió hacia ella con una sonrisa, sorprendida por la visita inesperada.

Amelia: Hola, pequeña. No te preocupes, no te morderé.

 No te preocupes, no te morderé

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No me quería enamorar de ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora