Prólogo

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Abril, 29 2018

- Listo?- preguntó mi hermano cuando entré al auto- Esto no será fácil - me miro fijamente.

Asentí con la mirada fija en la carretera. Pisó el acelerador y nos movimos hacia nuestro nuevo destino. Los nervios estaban a flor de piel, mientras más nos acercábamos al almacén de Ciudad del Rosario. La oscuridad de la noche nos envolvía y en veinte minutos estuvimos frente a una enorme puerta. Nos estacionamos frente a ella. Suspiré para calmarme y me quité el cinturón de seguridad, sin embargo no podía moverme.

- ¿No tienes que hacer esto sabes?- me dijo en voz baja, sujetando mi mano fuertemente - Podemos encontrar...

- No hay otra manera de hacer esto- solté su mano y abrí la puerta del auto - Te amo con todo mi corazón y no importa lo que pase siempre serás mi hermano

Tomé la mochila de la parte trasera del auto y me pare frente a la puerta. Hacía esto por mi familia.

Por mi hermano. 

Sentí en mi piel la mirada de alguien. Di un paso, luego otro, hasta que comencé a caminar a paso normal hacía la puerta del almacén. Mi hermano arrancó el auto y se fue apenas estuve frente a la puerta. Esas habían sido las órdenes. Busque un interruptor o algo que me permitiera abrir la puerta, sin embargo no había absolutamente nada que pudiese tocar. Miré hacia arriba y había una pequeña cámara observando mis movimientos. Alcé la mano izquierda y enseñe el anillo que caracterizaba a la familia Watanabe. 

La puerta automáticamente se abrió dejando entrever que ya me estaban esperando. Eran seis hombres todos altos y vestidos de negro hasta la cara. Y delante de ellos se encontraba él. La primera pizca del miedo real se encendió cuando mire esos ojos, el pánico comenzó a recorrerme cuando sentí una presencia detrás de mi...y luego un golpe en mi cabeza que lo puso todo negro. 

Abrí los ojos lentamente a pesar de que la iluminación era tenue. Estaba recostado en una cama increíblemente cómoda y suave. Mi cabeza palpitaba, a pesar de la enorme comodidad. No reconocí el lugar donde estaba, sin embargo tenia la sensación de que estábamos volando.

- Veo que ya despertaste- dijo una gruesa voz. Me tensé inmediatamente porque sabía que esa voz pertenecía a mi nuevo dueño.

Watanabe Haruto. Cabeza de una de las más poderosas familias mafiosas de Corea. Con 27 años era el segundo al mando y quién cobraba las deudas de quien le debía a su familia. Nadie en su sano juicio, jodia con la mafia.

- Recuéstate - ordenó a lo me incorporé suavemente, sintiendo el cuerpo acalambrado. Aquellos ojos azul hielo me miraban fijamente, con un vaso de whiskey con lo que parecía ser limón.

-¿Cómo te sientes?- preguntó después de beber un poco de su bebida. 

- Mareado... ¿Adónde vamos?- pregunte – Tengo permitido hacer preguntas, ¿cierto?

- Volamos a Japón. Debemos buscar un cargamento...y que preguntes no significa que voy a responderte- se levantó y dejó el vaso en la mesilla al lado de mi cama.

Me quedé estático, mirándolo. Seguí cada uno de sus pasos, hasta que se dió la vuelta tomando asiento en mi cama nuevamente. Haruto era realmente un hombre apuesto. Y bajo la tenue luz de la habitación, parecía un verdadero caballero nocturno. Lástima que jugara tan sucio. Sus facciones eran completamente masculinas, ojos azules que variaban de hielo a metálico según la iluminación, y una cicatriz pequeña en el costado que le llegaba desde la mejilla derecha hasta el párpado bajo. Exudaba un aura de terror y a la vez de seducción, que estaba comenzando a afectarme, así que me tomo por sorpresa. Agarró la parte posterior de mi cuello y chocó nuestras bocas en un beso profundo. Me mordió el labio inferior duro y sin reservas. Cerré los ojos y me rendí a la sensación de calor que quemaba mis venas. Su lengua rozó la mía, y me reclamó por completo, dominándome, poseyéndome para luego soltarme bruscamente. Apoyó su frente a la mía tratando de regular su respiración y yo de encontrar la mía.

- Las deudas se pagan caro, Junkyu, nunca lo olvides - suspiró sobre mis labios antes de levantarse de la cama y caminar hasta la puerta- Cámbiate de ropa, cenaremos en cinco minutos.

Sin más abrió la puerta y se fue cerrándola de un golpe. Debía acostumbrarme a esto, a partir de ahora. Había pasado de ser Kim Junkyu, un joven aspirante a profesor, con metas y sueños a ser el pago de una deuda, un simple objeto. Ahora era el juguete de un mafioso.

El baño era sencillo, por ser el de un jet privado. El lavabo estaba empotrado en la pared y encima de el estaba la pequeña mochila con mis cosas. Caminé hasta ella, y la abrí. Saqué la foto de mi familia y sonreí nostálgica mente. Muchas cosas estaban cambiando para mi. Me miré al espejo y los ojos se me llenaron de lágrimas. Ya no seria más el joven inocente e infantil que mi familia adoraba. Jamás volvería a ser el mismo, de eso estaba seguro. Una solitaria lágrima bajó por mi mejilla y la sequé rápidamente.

Tenía que enfrentar mi nueva realidad aunque me costara. Saqué un jean ajustado y una camisa de manga larga de color blanco. Me quité la ropa vieja con olor a tierra y pasé una toalla húmeda por mi cuerpo y mi cara, limpiando la suciedad. Me sequé, y me vestí con la ropa que había elegido. Arreglé mi cabello como pude y salí a la habitación. Vi un par de pantuflas y me las coloque, ya que no había traído ningún par de zapatos. Caminé hasta la puerta y tome una respiración profunda. Gire la manija y salí a enfrentar lo que el destino me tenia preparado. 




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Esta historia no es de mi autoría todos los créditos a @SukieB01

CLOSERWhere stories live. Discover now