━━ 17. i bless the rain down in africa

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      —¡Bella! —chillo Lilith tapándose la boca del asombro, ella no decía malas palabras—. Yo... Escucha, Yo no... —Ambas rieron, en efecto, era lo que parecía—. ¿Cuánto debería de cobrar?

      —¿Lo disfrutaste? —preguntó alzando las cejas, inclinándose ligeramente hacia Lilith—. Oh no, veo tu cara larga. ¿Qué ocurre? Me has dicho que Dean era bueno en el sexo...

      —Estoy confundida —admitió—. Me siento desnuda —Bella hizo una expresión de obviedad—, y extraño a Dorian —Pronto, las sonrisas y las risas fueron cambiadas por muecas azules y ojos llorosos—. Me siento expuesta con Dean, incomoda y creo que no fue una buena idea haber tenido sexo. Se sintió abrumador.

      —¿A qué te refieres?

      —Demasiado bueno, protector, dulce, cariñoso. Su atención es peligrosa, y odio que sea el primero en preocuparse así por mi bajo peso y adicciones. Odio que haya llorado conmigo, sabes, en la tumba... Fue real, me impactó más que tú. He pensado mucho en ello, en sus flores amarillas y sus lágrimas. Estuve buscando ese dolor por meses, quería que alguien llorara a mi lado. ¿Por eso te llamé, recuerdas? Quería que alguien sufriera la muerte de mi madre tanto como yo la sufro y él viene y lo logra. ¿Por qué él? No quiero que sea él.

      —¿Por qué no?

      —No podemos estar juntos, no cuando no podemos ponernos de acuerdo en un bando. Él está con los ángeles y yo con los demonios, ¿Cómo hago eso funcionar? Es imposible y peor cuando se trata de un Winchester. Mi relación con Sam fue confusa como el infierno y estamos hablando de un chico que sabe tener una relación sana, Dean... no tiene esa experiencia... y yo no creo que pueda soportarla ahora mismo y menos con todo lo que está sucediendo. Ni siquiera Dorian pudo soportarlo y él prometía amarme incondicionalmente. Él es inteligente, se fue cuando debía hacerlo, antes de que se convirtiera en una muerte colateral.

      Ambas muchachas caminaban con la natural protección de dos hermanas amparándose del mundo exterior confiando en el apoyo de la otra para siempre. La desolada calle con vividas líneas difuminándose en la carretera penetraban entre la realidad y la prisión de la mente provocando que la noche fuera un recuerdo del 2002, el día en que habían probado marihuana por primera vez en la fiesta de dulces dieciséis de Abby Jensen. Lilith y Bella volvían con los mofletes colorados y las pupilas dilatadas.

      —Lilith —los ojos chocolates de Bella la observaron con la misma intensidad de un pequeño cervatillo perdido en el bosque encantado—. Siempre tuviste tus metas claras, dijiste que lograrías hablar con mamá. ¿Ahora no quieres? Hace un mes dejaste a Dorian porque tenías claro lo que querías.

      —No —negó sacudiendo los brazos—. No voy a cambiar mis planes, es solo que... Dean tiene razón. ¿Qué sucede si me pierdo a mi misma? ¿Y si mi propia madre no me reconoce? Ya he entregado mucho: perdí a mis amigas, a mi novio, lo que se suponía debían de ser los mejores años de mi vida. No disfruto las cosas como solía hacerlo. Me levantaba y estaba contenta de desayunar con una maldita taza de café con leche y música en la radio, ahora odio levantarme, odio desayunar y odio el café. Odio salir de día y ver a las personas hacer su vida cotidiana, me pone celosa, tan asquerosamente repulsiva que pienso en quemarlos vivos. Yo sé que no lo voy a obtener de gratis, sé que pagaré, pero no quiero ser la moneda. Ya perdí mucho de mí.

      —Necesitas recordar —dijo Bella tomando su mano con fuerza, una guía que la llevó a dar unos pasos hacia adelante, en medio de la devastadora carretera—. Cuando estábamos las dos solas, en nuestra habitación, mamá mirando su programa en el salón y gritando las respuestas, tu decías lo bochornoso que era no tener una voz joven entre los políticos, alguien que entendiera la futura generación. Te ponías furiosa por las declaraciones homofóbicas, racistas y sexistas que decían los viejos sentados en el poder. Tu querías ir allí y hacer un cambio, pelear por lo que era correcto, por un mejor mundo.

LIKE A PRAYER│DEAN WINCHESTERWhere stories live. Discover now