━━ 10. queen of hell

Depuis le début
                                    

      Por el resto de horas continuó como una máquina destruyendo y volviendo a pegar los trozos de la maldita flor sin conseguir completarla. El único cambio fue un dolor profundo en la zona de las perlas que le dio la pista de que había una mejoría... a buenas horas. Meses estaba con la misma mierda; el poder de curación resultó más fácil y un buen ejemplo. Había estado ideando una situación que pusiera al límite sus emociones y no tuviera más remedio que desarrollarla; si, era un poco perverso, ¿y no lo era también el abuso de drogas? El daño en su cuerpo ya estaba hecho y el que sufría su mente era mucho peor. La idea de ser una bruja que su magia estaba tan ligada a sus emociones dejó una reflexión que hizo a Lilith permanecer inmóvil durante una hora entera fumando un cigarrillo. ¿Qué hubiera pasado si su madre no desaparecía y le contaba al cumplir los veintiuno que era una bruja?

      Ella seguiría queriendo ser una bruja poderosa... probablemente terminaría sus estudios y seguiría el camino hacia la presidencia. Usaría la brujería para su ventaja, no política, sino, se le ocurría, para tener más horas de estudios y libres: le gustaba dormir, pero le quitaba muchas horas y con la curación no necesitaría dormir. Si su mente estuviera siempre en las mejores facultades —y no ahogado en drogas— sería mucho más fácil sobrellevar la mierda apocalíptica y el estudio del tiempo. Y si se ponía en ese plan: si su madre estuviera con ella, definitivamente no estaría sentada en el borde entre el infierno y la tierra. ¿Qué estaría haciendo? De seguro su madre le diría lo contenta que estaba con su relación con Dorian, alabaría lo hermosa pareja que eran y definitivamente, planearían un segundo viaje por Europa. El ultimo había sido tan divertido, podrían incluir a Dorian y que les diera un tour más personal por Italia. ¡Qué bien se la había pasado en ese viaje! Recordaba riendo como en un tren de Ámsterdam a Francia no encontraban la salida. Le habían preguntado como a treinta personas y le daban direcciones que terminaban en caminos sin salida, recorrieron todo el tren hasta que alguien de servicio las ayudó. Tenía la teoría de que las estaban usando para reírse. Había sido muy estresante... Dios, extrañaba mucho a su mamá. 

      Deseaba que el día de su encuentro llegara, ya sea mortal o en el cielo. Después de seis meses esperaba con ansías tener la posibilidad de hablar con ella. No le importaba lo que tuviera que hacer: si tenía que morir lo haría y si tenía que pelear contra el cielo, lo haría muy contenta. Ellos la mataron por órdenes. Se vio conectada con Lilith, la primera mujer, mucho más allá del nombre y la influencia que había tenido su historia durante toda su vida. Ella era una mujer que no tenía miedo y solo quería ser libre, amar y ser amada. Era algo tan dulce. Ella también lo quería: ser libre del dolor que sentía. La única manera que se le ocurrió fue la que llegó delante de sus ojos y estaba bien con el trato que tenía con la reina del infierno. La venganza contra el cielo, Uriel, era inminente, lo haría por despecho y rabia. Por injusticia y dolor. Tenían que pagar por sus actos y el hecho de que sean ángeles ocasionaba una irracionalidad espantosa que sacudía el corazón de la bruja. ¡Esos malditos se creían el mundo entero! Los odiaba. Los odiaba. Los odiaba. Se creían intocables, los más poderosos, y lo eran. Eso era lo peor de todo.

      Si ella fuera así de poderosa...

      —Lilith —escuchó su nombre ser pronunciado por la reina. La joven bruja se sobresaltó y casi cae de la silla—. Es hora. Necesito que grabes unos símbolos en tu cuerpo y te pongas algo más seguro.

      La reina había comenzado a usar unos vestidos que le recordaba a los uniformes de las mujeres en la segunda guerra enganchado a una falda larga y lo suficiente ligera para moverse libremente. Unos botones dorados y el color blanco dominando. Cuando la reina se acercó, un sonido metálico provino de ella. Judas portaba un traje ajustado y oscuro que la cubría de pies a cabeza, y su mano sostenía un maletín grande.

LIKE A PRAYER│DEAN WINCHESTEROù les histoires vivent. Découvrez maintenant