22. Antes de que me arrepienta

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Cuando volví a abrir los ojos, con el sol de media mañana pegándome en la cara, estaba solo.

Miré mi celular y vi un mensaje de Lucas que decía:

"Resoluc domiciliaria. Tbj domestico. Kdna perpetua."

Traducción: Lucas y Sofi estaban castigados.

Y yo también tenía una sentencia que cumplir. Así que me pegué un baño para quitarme toda la mugre de la noche anterior... La noche anterior. ¿Todas esas cosas habían pasado en una sola noche?

Wow. Con razón me estaba volviendo loco. ¿Qué tanto podría cambiarme esta vida? Incluso ahora me costaba reconocer mi reflejo.

El chico que me miraba desde el espejo tenía mi remera del Capitán América, mi jean oscuro y mis Converse rojas. Pero ese no era Nahuel Lowell, hijo de Sebastián Lowell y Alicia Forte. No. El del reflejo era Nahuel, hijo de Eleonor; huérfano de madre y quién-sabe-qué de padre. Las similitudes y rasgos que nunca había podido encontrar en mi familia, ahora se veían claramente en mis recuerdos de Eleonor. Mi cabello del negro más profundo, mis labios y mis manos de dedos largos y finos... Todas esas cosas en mí me recordaban a Eleonor, mi... mi madre.

Aún no sabía muy bien qué hacer, pensar o sentir. Seguía estando confundido. Pero, por primera vez en mi vida, tenía un objetivo: descubrir la verdad.

¿Quiénes eran mis padres? ¿Qué pasó con ellos? ¿Qué sabía y quién era Sebastián? ¿Qué sabían Sara y el Dr. Cabral? ¿Y qué carajo tenía que ver ese tal Max en todo esto? Vaya que la lista era larga. Así que supuse que lo mejor era comenzar por lo más lógico: buscar en internet.


Tras una búsqueda exhaustiva apenas si había encontrado información en la sección de policiales.

"Brutal femicidio en Reconquista: mujer y su hijo gestante mueren quemados" sentenciaba el titular de un viejo diario.

"En la madrugada del 5 de enero, un pleito familiar terminó en tragedia cuando un hombre de treinta y dos años golpeó y roció de queroseno a su esposa embarazada..." "La víctima, Eleanor Sihir, y su hijo no nato murieron a causa de las terribles quemaduras..." "El hombre, Maximiliano Therion, se dio a la fuga antes de que llegara la policía...!" "Sus otros seis hijos varones se encuentran bajo custodia..."

Eso era todo lo que tenía: una vieja noticia fechada el día anterior a mi nacimiento, sin fotografías, actualizaciones del caso ni nada más.

Pero tenía su nombre: Maximiliano Therion. Max.

Debía encontrarlo. Debía hablar con él. Debía...

Él había sido el amigo de mi padre, así que Sebastián debía saber dónde encontrarlo si es que seguía vivo. Y yo tenía una idea de dónde comenzar a buscar.

—Gracias por su compra. Que tenga un buen día —le di una sonrisa falsa a un tipo que se marchaba de la tienda con una caja de bonitos anzuelos y volví a mi merienda: un paquete de Pepitos y un pote de dulce de leche. No me digan que era un asqueroso; no había comido nada en mi casa. En cuanto había terminado de bañarme, salí corriendo de casa, evitando a mi ma... a Alicia. No estaba de humor para más peleas o charlas paternales.

Así que unté una galletita en el dulce de leche y miré a mi padre que seguía atendiendo a otro cliente.

—Esta es una Gamo Hunter —decía mientras le mostraba una escopeta de aire comprimido—, calibre 6, 35. Tiene un lindo acabado, clásico.

Mi padre nunca me dejaba vender las armas y las demás cosas de caza. Pero, con los años, había aprendido bien sobre ellas. Incluso había aprendido, a escondidas y con Lucas, a usar algunas armas, como esa escopeta que tenía en sus manos. Y era extrañamente bueno con esas cosas. El instructor, un oficial de policía conocido de Lucas, me había dicho que tenía talento. ¿Cómo había dicho? «Un cazador nato». En ese entonces no le di mucha importancia, pero ahora me hacía sospechar que significaban esas palabras. Un cazador, como Max.

El chico ojos de fuego | Arcanos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora