Roslyn || WooChanSoon (Wonwoo x Chan x Soonyoung)

capítulo 11: wings wouldn't help you

Al día siguiente, Soonyoung se despertó de golpe, antes de que su despertador sonara. Esta vez los ojos le pesaban tanto que apenas y pudo abrirlos para darse cuenta de que el cielo detrás de su ventana aún era de un tono oscuro.

Se maldijo porque sabía que, una vez despierto, le sería muy difícil volver a dormir un poco.

Lo único que quería ese día era quedarse tirado en la cama sin hacer nada, pero sabía que debía ponerse de pie e ir a la escuela. De por si sus calificaciones eran una basura, había faltado muchas veces, no entregaba tareas y sus exámenes eran un desastre... su vida completa era un desastre, ya no podía dejar que cayera todavía más.

Con eso en mente, se le vino una idea a la cabeza. Rodó sobre un costado, y sacó su celular de la bolsa de su abrigo, se fijó en que faltaba poco para las 6 de la mañana, por lo que tenía el tiempo perfecto para enviarle un mensaje a Seokmin, preguntándole si él y Seungkwan podían pasar por él de camino a la escuela.

Su amigo no tardó en responder, preguntándole si estaba bien (debido a la hora a la que se había levantado) y después diciéndole que estarían allí en media hora. Después de ese mensaje, Soonyoung bloqueó su teléfono, suspiró y se levantó, forzándose a ponerse en movimiento.

Cuando entró al baño y se miró en el espejo, no pudo evitar sorprenderse al darse cuenta de lo rojos e hinchados que estaban sus ojos después de toda una noche llena de llanto. 

Estaba a punto de recordar de nuevo la razón por la que se encontraba así, pero con los últimos meses de práctica, en los que había sido orillado a mantener el dolor a raya, simplemente desechó aquellos dos rostros que querían inundar su mente y se metió a bañar.

Se arregló lo más rápido que pudo, metió sus cuadernos y libros en la mochila (cuyo contenido vació sobre la cama sin pararse a mirar lo que hacía) y bajó corriendo las escaleras de su casa cuando escuchó las bicicletas de sus amigos acercándose.

Abrió la puerta delantera y se encontró a Seokmin y Seungkwan, sonriéndole a pesar de la hora que era y que el sol aún no había salido siquiera. El primero levantó su mano y Soonyoung se dio cuenta de que en ella llevaba un casco que reconoció como el de Minho, su hermano menor.

–Hoy irás conmigo, ¿de acuerdo? –Preguntó con una sonrisa en sus labios, la misma que Soonyoung intentó devolverle. Se acercó a él y tomó el casco que le ofrecía, mientras se lo colocaba, sintió la mirada de sus amigos sobre su rostro.

–¿Estás bien? –Le preguntó Seungkwan, viendo las ojeras del chico, sus ojos rojos e hinchados, su piel pálida y su desánimo que, como hace unos días había desaparecido, era extraño encontrar ahora en él.

–Creo que dormí demasiado –respondió el rubio en un susurro ronco. Esa mentira le había servido en el pasado, pero dudó que sus amigos le creyeran en ese punto. Aún así, ninguno de los dos dijo algo.

Al final, Soonyoung se montó en el asiento trasero de la bicicleta de Seokmin y los tres se dirigieron hacia la escuela.

Como era costumbre hace años (cuando la bicicleta de Soonyoung era secuestrada por Moonbyul, y ella y su hermano menor decidían ir al bosque a jugar) cada vez que el chico debía irse con alguno de sus amigos, se abrazaba con fuerza de ellos, con miedo a caerse. Y aunque Seokmin ya estaba acostumbrado a que lo hiciera, esta vez el abrazo de su amigo se sintió extraño, diferente a los anteriores, su fuerza no era la que pondría si tuviera miedo a que él lo dejara caer, sino como si de verdad necesitara un abrazo.

Seokmin ya sabía cómo la actitud de los padres de Soonyoung lo habían afectado los últimos meses, no sólo de manera anímica, sino también en la escuela (con sus calificaciones, en sus clases, con sus demás compañeros), por lo que, cuando llegaron al primer semáforo en su camino, quitó una de sus manos del volante y acarició el fuerte agarre de Soonyoung alrededor de su torso, como si intentara consolarlo. El otro no respondió, ni siquiera aflojó o reforzó su agarre, pero Seokmin lo conocía lo suficiente como para saber que, el que no reaccionara, significaba que no le habían molestado sus acciones.