Cambios

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Esperaba que Bill me bombardeara con preguntas respecto a lo que su estúpido hermano me había hecho o había causado para que me haya desmoronado mientras lloraba a sus pies. Después de que mis ojos se habían secado. Predije una avalancha de cuestionamientos en cuanto a lo que Tom había dicho, hecho u ocurrido con el. Pero estas nunca llegaron, simplemente no preguntó. Después de murmurar una humillante disculpa, Me limpié la cara húmeda con el dorso de mi mano y evitando mirar a su húmeda camiseta en la cual mi rostro había  presionado momentos antes. El simplemente sonrió, se puso de pie y me ofreció una mano .

—Vamos, —me llevó con él, frotándome el hombro de una manera suave y cariñosa. —Vamos a desayunar.

Incluso cuando llegamos a un pequeño café cerca de su hotel, nos sentamos en una mesa en un rincón bastante aislado. Bill nunca mencionó su hermano o el incidente que había ocurrido horas antes. Tarareó ligeramente para sí mismo, abriendo menú para así explorar sus opciones detrás de un par de gafas de sol gigantes. Llevaba una sudadera con cremallera y capucha. Esta ultima ocultaba su oscuro y excéntrico cabello y parte de su rostro.

—¿Te avergüenza que te vean conmigo? —Bromeé con ironía, mirando a su vestimenta en modo de camuflaje.

El negó con la cabeza aun tarareando mientras escudriñaba a través de las opciones de desayuno.

—La luz del sol me molesta, —sonrió tímidamente—. No puedo dejar expuesta esta perfecta tez, ya sabes.

Eché una mirada confundida hacia la ventana, mirando fijamente las calles que nos rodeaban.

—Pero afuera está nublado.

—Creo que voy pedir los panqueques de plátano, —me interrumpió con un gesto afirmativo, dejando su menú sobre la mesa haciendo caso omiso a mi observación. Se inclinó hacia delante sobre su codos delgados, sosteniendo la barbilla en sus manos—. ¿Qué vas a ordenar?

Mis cejas se fruncieron en un ceño mientras estudié su rostro por un momento, confundida por lo rápido que dejó caer el tema de sus intentos por ocultar gran parte de su rostro. Después de un momento dejé que mis ojos volvieran a caer al menú.

—No sé, —me encogí en hombros—. no tengo mucha hambre.

—Deberías comer algo, —sugirió suavemente, extendiendo uno de sus largos dedos para señalar un punto en mi menú—. Las galletas de nuez de este lugar son bastante buenas.

—Soy alérgica a las nueces. —Frunció el ceño ligeramente.

—¿Lo eres? Eh… —Se mordió el labio inferior, con la cabeza inclinada le echó un vistazo a su menú nuevamente—. Bueno... ¿qué es lo que se te antoja? ¿Algo dulce o algo con frutas?

—Los panqueques con chispas de chocolate se ven bien. —Miré hacia el menú.

Bill hizo una mueca.

 —No me digas que tu también odias el chocolate. —Suspiré pesadamente.

25 Days With Mr. Arrogant en EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora