Bollos de manzana y Resaca

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Me decepcioné conmigo misma cuando una oleada de realidad se disparó a través de mí conciencia al escuchar unos golpes rápidos en nuestra puerta a la mañana siguiente. Temblorosa, me dirigí a esta, pasando sospechosamente del campo visual de Paige la cual revoloteaba en la cocina, me regañé a mí misma ante la idea de que podría ser Tom. Mientras yo me sentía más frustrada porque quería negarme los deseos de que fuera él. De todos modos, me tranquilicé y entrecerré los ojos para ver sobre el circulo pequeño en la parte superior de la puerta. Di un pequeño suspiro para que entrara aire en mis pulmones, preparándome para ver su cabeza con trenzas oscuras envueltas con un pañuelo o gorro de lana exuberante. En lugar de esa mirada marrón humeante, me encontré con la mirada expectante e impaciente de mi mejor amigo.

Suspiré relajándome un poco y miré hacia abajo. Este se apoyó pesadamente contra la fría superficie de la puerta. Una decepción inundó mi pecho, creando un malestar incómodo que resonó directamente a mi corazón. Era Víctor.

No era Tom

—¿Anna?

Miré hacia arriba ligeramente y el sonido de la voz vivaz de Paige hizo eco desde la cocina. Su tono animado entró por mis oídos.

—¿Quién está en la puerta?

Me aclaré la garganta, e inhalé profundamente tratando de mantener la calma a pesar los sentimientos llenos de decepción en mi interior.

—¡Víctor!, —Le grité después de un momento—. ¡Es Víctor!

Inmediatamente después de que la respuesta salió por mis labios, otro golpe de realidad me abofeteó con una fuerza increíble. Mis ojos se abrieron en un intenso y profundo pánico al darme cuenta de que era Víctor.

Paige estaba en la cocina.

Paige estaba segura que ayer en la noche había estado con Víctor. Ella sabía había ido a un club nocturno con Víctor y que había bebido con Víctor. Ya que había despertado con un poco de resaca por haber tenido una noche fantástica con Víctor. Y Víctor no tenía la más mínima idea de que yo había estado con él.

—Mierda, —exhalé, mordiendo mi labio inferior un poco.

¡Oh, mierda!

Los golpes de Víctor sobre la puerta se hicieron más persistentes. Sabía se molestaría y que probablemente estaba echando humo por que lo  estaba dejando esperar de pie en el pasillo frío de nuestro modesto complejo de apartamentos. Tomé un par de bocanadas profundas de aire en un intento para relajarme, mi mente daba vueltas mientras poco a poco abrí la puerta.

Y ahí estaba él, de pie con una expresión molesta en su rostro, su pie repicaba sin cesar contra las baldosas del suelo mugriento. Él arqueó una ceja mientras me las arreglé para sonreírle tímidamente, sintiendo mi estómago como si fuera a vomitar el poco de alcohol que quedaba dentro de mi sistema.

—Vic... —Me aclaré la garganta suavemente, tragando el nudo  que estaba formándose en mi garganta—. ¡Qué sorpresa!

25 Days With Mr. Arrogant en EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora