Bollos de manzana y Resaca

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¡Ya era hora de que me abrieras la puerta! —gritó haciendo una pausa para sacudir una bolsa de papel en la mano—. Traje el desayuno.

Miré la bolsa lentamente, mientras mi mente todavía intentaba desesperadamente encontrar una manera de salir de la situación la cual era potencialmente desastrosa. Se dio cuenta de mi silencio, y dejó escapar un profundo suspiro, abriéndose paso delante de mí con esa confianza única que solo Víctor podría ejercer.

—Está jodidamente frío el pasillo, —espetó haciendo una pausa en nuestro vestíbulo haciendo caso omiso de su abrigo de lana gris—. Huele a trasero y humedad.

Me volví bruscamente empujándolo un poco y hacerle entrar, cerrando la puerta tras de mí. Los sentimientos de temor en mi interior eran cada vez mayores e iban a un ritmo alarmante.

—Uh...

Arrojó la chaqueta sobre la pequeña mesa cerca de la puerta, ofreciéndome una sonrisa, sacudiendo la bolsa de papel en mi dirección.

—Me detuve en la nueva panadería de Locust, —explicó—. Tienen unos panqués de manzana que son para morirse.

—Vic… Yo.

—Lo sé, lo sé—. Puso una mano en mi hombro—. Se que los panqués de manzana no tus favoritos. Es por eso que te compré un panecillo con chispas de chocolate.

¡Di algo!

—Son increíbles, déjame decirte que voy a tener que robarte un bocado del tuyo. Incluso le pusieron algunas chispas de chocolate en la parte de arriba.

—Víctor, tengo que hablar contigo…

Genial.

Víctor frunció el ceño ligeramente con un poco de sorpresa reflejada en sus ojos azules.

—¿Qué? —La preocupación entrelazó su voz cuando dio un paso adelante para tocar mi brazo—, ¿Qué sucede?

Miré hacia mis pies, la vergüenza me inundaba.

—Yo... bueno, debes de saber que...

—Vamos, dime—, me interrumpió rápidamente—. ¡Sácalo!¿Qué es?

—Está bien, — Tragué severamente, lo miré tentativamente hasta encontrarme con su mirada preocupada—. Paige... podría preguntarte... sobre nuestra noche de ayer.

—¿Nuestra noche? —Él frunció el ceño con una confusión evidente en su rostro—. Nosotros no hicimos nada anoche.

Yo apreté los labios  e inhalé con voz temblorosa.

—Lo sé... —Tragué de nuevo—. Pero le dije que lo hicimos.

Sus cejas se fruncieron juntas y las comisuras de sus labios bajaron.

25 Days With Mr. Arrogant en EspañolWhere stories live. Discover now