01. COMO (NO) LIDIAR CON NIÑOS ANSIOSOS

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Una vez que el desayuno estuvo preparado, la familia se sentó en la mesa para disfrutar del momento y las comidas.

―¿Emocionado, Harry?―preguntó James.

―Hacer esa pregunta es como preguntarle a una hormiga si le gusta el azúcar.―bromeó Ellie, mirando a Harry.―Apuesto a que apenas pudiste dormir anoche.

Él rió y asintió con la cabeza.

―Antes de acostarme ayer, miré el pergamino con los materiales e hice una lista del orden en que vamos a comprar.―Harry dijo, dándole un sorbo a su bebida.

―¿Te recuerda a alguien?―James se burló, mirando a la mujer sentada a su lado.

―¿Qué decidiste comprar primero?―Ellie ignoró a James y concentró su mirada en Harry.

―Mi varita.―respondió Harry, sus ojos brillaban ante la idea de comprar el artículo principal de la lista.

―¿Sabías que la varita elige al mago?―comentó Ellie.―He encontrado eso increíble desde que me lo dijo el señor Ollivander en la tienda.

―Al menos ahora alguien no va a tomar prestada mi varita.―James rió, alborotando los cabellos de Harry.

―¿Prestado?―la rubia frunció el ceño.―James, literalmente le pasaste tu varita desde que nació.

―Estás exagerando.―James tomó un sorbo de café, fingiendo estar desconcertado.

―Harry, ¿puedes recordarle a tu padre el día que le pintaste el cabello?―Ellie dijo, haciendo reír al niño.―¿Y la vez que hiciste volar a Felpudo?

Todos rieron.

―Realmente no recuerdo eso.―James rodó los ojos.―Tal vez Felpudo podía volar y tú nunca lo supiste.

Ahora fue el turno de Ellie de rodar los ojos, fingiendo tener impaciencia con su marido. Continuaron disfrutando del desayuno y tan pronto como terminaron toda la comida, James sacó su varita y con un movimiento de muñeca, los platos comenzaron a lavarse solos en el fregadero de la cocina.

Mientras Ellie le ponía su abrigo a Harry, éste no se callaba por la emoción. Cualquiera podía ver lo ansioso que estaba el niño de once años.

―¿Qué pasó?―James le dio un rápido beso y le preguntó al notar un cambio en su estado de ánimo.

―Todo esto me recuerda que está creciendo.―respondió Ellie, mordiéndose el labio inferior.―¿Por qué los niños crecen tan rápido?

―Me hago esa pregunta casi rodos los días.―él apoyó una mano en su hombro.―Crecer no es tan malo como parece.

―Por supuesto que no.―la mujer sonrió débilmente.―Extraño cuando era más joven.―susurró, tratando de peinar el cabello de Harry.―No sé por qué heredaste el cabello de tu padre.

―¡Es un encanto!―James y Harry exclamaron al unísono.

Por primera vez, Harry utilizó la red flu para viajar desde la chimenea de su casa hasta el callejón Diagon, el lugar donde compraría todos los artículos que necesitaba para su primer año. Se sentía como si estuviera siendo succionado por un gran desagüe, pero era más fácil y rápido de lo que había imaginado.

En el momento en que vio el lugar por primera vez, la boca de Harry se abrió en admiración. Por un momento, deseó tener ocho ojos. Volvía su cabeza para todas partes mientras caminaban por la calle tratando de ver todo a la vez: las tiendas, las cosas en los escaparates, las personas comprando.

―Cuidado, la baba te le saldrá de la boca, hijo.―bromeó James. Vio una escoba en una de las vitrinas y se quedó boquiabierto.―¿Esa es la nueva Nimbus 2000? ¡Por dioses!

falling ━ james potter. ✓Where stories live. Discover now