11. Desesperación

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Inseparable era la palabra con que mejor se describía la amistad entre Frey y Kou. Era cierto, tenían más en común de lo que creían, pero lo más importante, era que por fin habían encontrado una compañía con la cual compartir su pesar.

Frey no callaba casi nada, le confiaba como se sentía con respecto a sus padres, los detalles con sus primos y las cosas que disfrutaba. Kou le confesaba cuanto extrañaba a los suyos, lo difícil que había sido para él adaptarse a un país nuevo y cuan solo se sentía en ocasiones. "Somos un par de perdedores" se decían, pero a ojos de quien sea, más bien eran un par de ganadores, encontrando entre ellos una amistad más grande que cualquier cosa.

Desde que se habían vuelto amigos, el niño pasaba mucho tiempo en casa de Frey, ya hasta empezaba a convivir con el resto de los primos Viera. Se aprendió sus nombres y conocía sus manías.

Ahora sabía qué; Yuliana es pésima cocinera, pero excelente chófer. Froilán tenía un talento oculto en la cocina y en la moda, Dioney solo era arrogante cuando preguntabas por sus experimentos y Lulú se robaba el helado de la nevera. Había perdido a una familia, pero estaba descubriendo una nueva, lo hacían sentir uno más y eso Kou lo agradecía.

Sin embargo, no todo dura para siempre. En su interior aún existía la espina por saber quién mato a sus padres. Tenía la amistad de Frey y era más feliz que antes, pero deseaba conocer la verdad. Kou seguía insistiéndole a su tío que le entrenará, hasta que por fin Dai aceptó bajo un par de condiciones; la primera era no aplicarlo solo en la vida real, al menos mientras no tuviera suficiente edad o experiencia. La segunda; no contarle a nadie, ni siquiera a Frey.

Kou no se sentía cómodo ocultándole algo así a su amiga, pero aceptó las condiciones. Decidido a dar lo mejor de sí, comenzó su entrenamiento.

Para mayo de ese mismo año, Kou había aprendido varias técnicas nuevas de combate y tanto Frey como sus primos practicaban sus poderes a escondidas de sus padres y de cualquier otra persona. Nila ya no estaba para entrenarlos, así que solo practicaban para no perder el control sobre ellos.

Kou aún no conocía el secreto de los primos Viera y Frey aún no conocía el de Kou.

El tiempo pasó y un día de otoño un extraño sobre llegó a la casa de Kou. El niño lo recibió creyendo que se trataba de cosas de la universidad de su tío, pero le inquietó que no tuviera remitente. En la esquina tenía escrito: Para Dai y Kousei.

Confuso, abrió el sobre, había información de él, sus padres y la posibilidad de que su hermano estuviera con vida. Si quería conocer la verdad acerca de la muerte de sus papás, debía obedecer una serie de órdenes.

La rabia creció de nuevo en Kousei, furioso porque el asesinato de sus padres no se había hecho justicia. Habló con su tío sobre la nota. Dai le negó la oportunidad de investigar al respecto.

—¡Eran mis padres! —exclamaba Kou.

—Y era mi hermano, mi cuñada y mi sobrino. No voy a dejar que hagas una estupidez, estoy seguro de que aún no quieren que te unas a ellos —le decía Dai.

—Si tú no haces nada, lo haré yo —Kou hablaba en serio, nadie más que él entendía como se sentía y las ganas que tenía por encontrar al asesino de su familia.

Dai suspiró cansado, su sobrino estaba en su derecho de exigir justicia, pero no iba a descubrir nada haciendo caso a un pretensioso aviso. Sin ganas de discutir, le prohibió tomar acción por sí solo.

—No, y no volveremos a hablar de esto. No caeremos en provocaciones.

Dai se levantó del sofá y camino a la cocina. Kou estaba estupefacto, se trataba de su familia, ¿cómo podía actuar como si nada?

Crónicas del Quinto Sol: La diosa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora