7. Decisión

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Frey se detuvo en seco, aturdida y asustada. Frente a ella el coche se volcó dando tres vueltas. Trozos de vidrio volaron y otros objetos que estaban dentro del auto. El camión de carga pesada también pareció desviarse un poco, aunque fue el menos afectado. Se detuvo metros adelante.

Autos de los alrededores comenzaron a detenerse y sus pasajeros bajaron para acercarse al accidente, otros seguían de largo. Frey volvió a correr, esta vez aterrada por el bienestar de sus primos.

—Llamen a una ambulancia —dijo una persona al ver el estado final del auto accidentado.

—No hay conductor. —Se percató otra— ¡Son niños!

—¿Habrán venido solos? —Escuchó Frey murmullar al acercarse.

—¡Froilán! ¡Dioney! —gritó aterrada.

Se aproximó al auto, personas adultas observaban y llamaban al servicio de emergencia, y Cruz Roja. El conductor del camión de carga pesada también se detuvo y se acercó preocupado por el choque, pero tranquilo que no fue su culpa, la de los niños tampoco.

Lo que Frey vio al llegar, jamás lo olvidaría. El rostro de Froilán lleno de sangre y contra el tablero, inconsciente, casi inerte. En los asientos de atrás, Dioney tenía la cabeza en el respaldo, también con heridas, sangre y graves moretones. Ninguno reaccionaba y no llevaban puesto el cinturón de seguridad, ya no.

—¡Dioney! ¡Froilán! —Escuchó a lo lejos.

Yuli y Lulú las habían alcanzado.

El rostro desencajado de Frey le alertó a Yuliana la gravedad del asunto. Cuando llegó, lo primero que intentó fue abrir la puerta y sacar a su hermano y primo de ahí, pero una persona que se acercaba a auxiliar la detuvo.

—No lo haga señorita —pidió— podría ser peligroso moverlos en ese estado. Llamé a la ambulancia, viene en camino.

—Gracias —soltó aturdida en un susurro, apenas audible.

Yuliana también estaba en shock, ni su primo ni su hermano se veían bien, jamás pensó verlos de ese modo y no solo le dolía, le aterraba que fuese aún más grave.

—Yul —llamó Lulú— ¿Van a estar bien? ¿Qué tienen?

—Si lo estarán —respondió su hermana mayor en el lugar de su prima— ellos son fuertes.

Pese a que también estaba aturdida, Frey trató de ser valiente por su hermana menor. "Fuertes", la palabra hizo eco en la mente de Yul.

Los chicos se encontraban heridos, pero ahora más que antes, ella como la mayor de los cinco también debía mantenerse fuerte y cuerda por el bien de las niñas. Se recordó tener la cabeza fría y analizar la situación.

Observó a las niñas y después miró a su hermano, notó que el Nientiendo no estaba en sus manos, desvió su vista alrededor y notó que se encontraba en la orilla de la carretera con los vidrios rotos, había salido volando.

Se acercó a recogerlo, lleno de tierra y semi encendido.

—En cuánto llegué la patrulla, estarán mejor. —respondió finalmente — ¿Cómo sucedió? —preguntó a Frey.

La niña la miró con el rostro asustado, notaba su respiración acelerada y ojos vidriosos.

—No lo sé, solo vi cómo se alejaron, pero...

—¿Pero qué?

—Froilán se veía asustado, golpeaba el vidrio, al parecer no podían salir. No hay conductor, solo son ellos dos en sus respectivos lugares.

Crónicas del Quinto Sol: La diosa negraWhere stories live. Discover now