8. Las estrellas de la noche

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2006

Estaban frente a frente. Nila se abalanzó contra Frey, lanzó un golpe que la niña esquivó.

La contrincante era más grande que ella. Su tez era morena, pelo largo, lacio y negro, complexión mucho más delgada que cualquiera de las primas Viera y provocativa. Su nombre era Nila, aparentaba tener alrededor de 18 años, pero en realidad su edad era mucho mayor de lo que imaginaban. También poseía habilidades de fuego y se había encontrado a los Viera al mismo tiempo que aparecieron sus poderes.

Los primos no sabían como es que Nila conocía de ellos, ni la relación que tenía con sus nuevas habilidades, pero quisieron confiar en ella cuando se presentó como su guía y quién podía ayudarles a utilizarlos de manera correcta.

Desde entonces se había tomado la tarea de apoyarlos con sus habilidades y en ese momento se encontraba entrenando a Frey en combate. Solo las dos.

—¿Tanto los odias? —Nila hacía preguntas de manera socarrona para provocarla. Frey no respondía, pero contraatacaba bien— ¿Por qué quieres ganar la competencia? ¿Acaso piensas conservar tus poderes?

Nila sacó fuego de su mano derecha e intentó atacar con un puño.

Frey la esquivo con un campo de fuerza, después la agarró el brazo y del pecho quedando frente a ella, le paso un pie por el talón tirándola de espaldas y puso una rodilla sobre el estómago aun sin soltar el brazo. Enseguida colocó la pierna libre encima de la cabeza de ella y se echó hacia atrás atrapando a su entrenadora con una llave.

—Sí, quiero ser yo quien los conserve —respondió. En ese entonces Frey tenía solo 10 años.

Nila sonrió. La niña se hizo a un lado, permitiendo que su maestra se levantará. Entonces pidió un descanso.

—Peleas mejor que tus primos —le dijo Nila con dificultad, el entrenamiento le hacía jadear.

—Pero soy más pequeña —soltó con desilusión.

La maestra prestó atención al gesto de Frey, desconfiaba de sí misma.

—¿Sabías que los niños de la cultura mexica entrenaban desde tu edad para ser guerreros? Incluso antes —Nila le brindó seguridad—. Eres buena en esto, no dejes que apaguen tu flama.

La joven pelinegra, más alta y más morena que Frey, mostró la palma de su mano y del centro creó una ligera llama. La niña estaba maravillada. Se recargaron en la pared y tomaron cada quien un poco de agua.

—Eres afortunada, casi no existían niñas guerreras en esa época —le dijo más animada—. Ahuic y Nochipa fueron la excepción.

Nila tomó otro sorbo de agua. Frey se percató de la extraña mirada asomó el rostro de su maestra.

—¿Quién es Ahuic?

Nila volvió su vista a la niña, posó una mano sobre su la cabeza y le sacudió el pelo.

—Suficientes preguntas por hoy —le dijo—. ¿Ves esos cuchillos?

Frey siguió a donde señalaba su maestra; en un estante descansaban dos pares de navajas de obsidiana. Asintió con la cabeza y Nila le sonrío.

—Ve por ellos, te enseñaré a usarlos.



2008

Frey retrocedió lento procurando que nadie se diera cuenta y cuando creyó conveniente usó su poder de invisibilidad. Solo entonces corrió. Se adentró entre la maleza de la carretera y huyó.

Crónicas del Quinto Sol: La diosa negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora