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Al descubierto

Camino de un lado a otro mientras mi cerebro da su máximo esfuerzo para encontrar soluciones.

—¿Quieres parar? Vas a abrir un hoyo en el piso — se queja Lucifer.

—Te conviene, voy a desaparecer en cuanto lo logre — respondo.

—Entonces anda más rápido — prosigue.

Mi mente está bloqueada. Cuando quiero comenzar a pensar en cualquier cosa me quedo en blanco y no puedo hilar más de dos ideas.

Eso es desesperante, pues necesito un plan para esta maldita noche.

—¿Te encuentras bien? — pregunta Belcebú desde el sofá.

—Tengo muchos problemas rodeándome — explico.

—¿Como cuáles? Hasta donde yo sé, tus únicos problemas son ir a la escuela y seguramente encargarte de que un nefilim no consiga enamorarte.

Me dan ganas de golpearlo por el comentario, pero me abstengo.

—Tengo problemas reales — aseguro.

—Menciona dos — reta el rubio.

La mayoría de ellos no puedo decirlos.

—Tu hermano es el primero y tú el segundo. Necesito encontrar una manera de recuperar la cadena perdida de Belcebú y quisiera encontrar la forma de detener al asesino que siento me está pisando los talones.

—Estás de suerte — informa dedicándome una sonrisa fingida y se endereza en el sofá.

—¿Ya te vas? — sugiero.

—Pero no de tanta suerte — niega —. Siéntate, voy a mostrarte algo.

Hago lo que pide y me siento frente a él mientras busca algo en su chaqueta.

Pone un frasco de cristal sobre la mesa que se encuentra entre ambos y lo deja allí.

Hace un gesto permitiéndome tomar el objeto y lo observo atenta.

—¿Qué es eso? — pregunto observando que está lleno de una sustancia plateada y casi tornasol.

—Polvo de Kaly — responde —. El metal del que nuestras cadenas está hechas.

—¿Y para qué es? — interrogo quitando la tapa y esperando un momento a que alguno me ordene no abrirlo, sin embargo nadie objeta por ello.

—El Rizauro es una planta "mágica", no crece en la tierra, es algo parecido a una enredadera, sin embargo cuando es cortada se seca y endurece. Es imposible romperle sin algo con filo. El arma perfecta para un asesino, pues no hay manera de dejar rastros en la raíz.

—¿Y? — inquiero mirando dentro del frasco.

—No puedes dejar indicios en ella, pero ella siempre deja un rastro en quien la toque — explica mientras me decido en tocar la sustancia —. El polvo de Kaly nos ayudará a dar con el asesino, cuando entra en contacto con algo que haya tocado un Rizauro pintará de azul... 

Los ojos de los cuatro se entronar sobre mi mano cuando un destello azul como el descrito aparece sobre mi piel.

—No es lo que parece — prometo desconcertada.

Belcebú se pone de pie al instante y toma mi mano para analizarla de cerca.

—¿Si no eres la asesina por qué el polvo hace reacción en tu piel? — acusa en rubio severo.

Tentación Where stories live. Discover now