14 - El hada sin cordura

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Nota de autora: 

Escribí esto como texto de ejemplo para la "Guía para evitar típicos errores de escritura" y me dieron ganas de extender un poco la historia, corta de por sí. Es una idea un poco tonta y extraña, con un ritmo de lectura rápido e intentos de rima. Tiene un aire cómico debido a eso, algo muy leve, pero espero que quede medio bien. Dicho esto, no me tengáis en cuenta este desastre que, tal y como lo siento al leer, es un cuento para niños.

¡Vamos allá! Ya me diréis qué os parece. 

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Había una vez un reino lleno de personajes brillantes y resplandecientes, con rostros redondeados y relucientes dientes. Se decía que, en aquellos lares encaramados sobre esponjosas nubes, custodiaba el castillo de La Creadora todo un séquito de locos que portaban cruces.

No sólo cruces tenían, también de estacas y porras disponían. A cualquier foráneo que arribara luciendo malas intenciones, un buen porrazo le daban y lo dejaban viendo imaginarias constelaciones. Quien reinaba en el lugar vivía alegre sin poder desear nada más, pero todo cuento tiene un fin y, a ella, le llegó tras un festín. 

Ésta, era un hada que había perdido sus alas a causa de su locura, pues no cesaba de crear seres y seres a base de magia oscura. ¡Estaba tan chiflada que hasta nombres les ponía! Y no eran bonitos, no, a cualquiera ajeno al lugar uno de aquellos nombres le horripilaría. A aquellos seres, sin embargo, les venía dando igual, porque en ese reino de locos se lo pasaban genial.

Saltaban y correteaban sin parar, olvidando incluso que debían trabajar. El castillo, escondido entre nubes densas y escaleras esponjosas, pasaba desapercibido por lo que ellos se entretenían en otras cosas. La Creadora —aunque fingiera lo contrario— lo sabía, por eso los controlaba desde su ventana cual vigía.

Los días eran soleados, aunque estuviesen entre algodonosas nubes, y una ligera brisa de aire se llevaba sus inquietudes. Aunque, claro, ¡todo puede cambiar!; en cosa de un segundo todo pareció terminar.

En cierto momento de esta historia inesperada, un par de aquellos chiflados al hada soberana empezó a cuestionar, importandoles poco que se hallara creando nuevos habitantes del lugar. Que estaba loca, decían; que era sumamente tonta, repetían, a pesar de que ella les dio la vida y en deuda por eso siempre estarían. ¿Lo peor, lo terrible? ¡Que ella se enteró! Y, como de tan loca ya no medía, directa les enfrentó.

—¡Ingratos! ¿Así me pagáis? —Estalló el hada.

—¡Pero si es que está usted demente! —Se defendió un enano mohoso con champiñones azules en la frente—. ¿Qué espera que digamos? —Cuestionó sin pensar que, con aquello, ella se iba a indignar.

Sin mucho meditar sus acciones, con su varita le señaló y, en cosa de un instante, el enano desapareció. Se convirtió en humo, gris y desvaído, camuflado entre nubes como si nunca hubiese existido.

Tras aquella escena, que corrió de boca en boca, todo el extraño reino comenzó a murmurar y a la pobre hada loca empezaron a insultar. Ella, iracunda y empleando oscuros poderes, salió al vuelo sin dudar y mientras recorría el cielo del reino se dedicaba a castigar. ¿Que hablaban mal de ella? ¡Hechizo de conversión! Tras aquello, el desventurado ser se convertía en algodón.

Así transcurrieron días y semanas, con el sol brillando sobre las solitarias plazas. La Creadora, descontrolada, siguió con su misión y conforme el tiempo pasaba más mermaba la población.

Finalmente, tras un tiempo y de tan chiflada que se tornó, la quebrada y pirada hada sola en un reino sin locos se quedó.

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Bueeeeenoo... Pues así de rarito ha quedado. Jajajaja

¡Nos leemos en otra historia!

✔️Historietas IIWhere stories live. Discover now