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— ¿Donde vamos? —pregunto cuando llevamos como diez minutos andando.

Damiano se gira para verme, su mirada baja a nuestras manos, aún unidas, nos quedamos los dos de la misma manera, mirandolas sin saber que hacer, en silencio, solo se escuchan los grillos de la noche y el poco viento. Cuando parece reaccionar desenreda nuestras manos, parece como si le hubiera quemado y todo, me quedo en silencio mientrás seguimos avanzando.

Pero se sentía realmente bien.

— ¡Hemos llegado! —dice con una pizca de emocion, me quedo viendo donde nos encontramos. Es un tipo de bosque, hay mucho verde y eso me gusta, el suelo es solo pasto verde, me doy cuenta de que enfrente nuestro hay un arbol con una casita de madera, como la de Bart Simpson.

— ¿Es una casita del arbol? Me encanta. —él sonrie viéndome, asiente con la cabeza y después me hace un gesto para que suba las escaleritas.

Damiano

No sé porque acabo de traer a Morgan a este sitio, aquí es donde vengo a desahogarme, o simplemente a estar en paz y tranquilidad. La casita me la construyó mi padre antes de que muriera, a lo primero no la utilizaba pero después la vi como una salvación, en medio del bosque, sin nadie y en silencio, solo se escuchan los bichos y los pajaros cantando, oh, y cuando llueve es de lo mejor.

Cuando ya estamos cómodos me quedo viendo a Morgan, no entiendo nada de ella, o sea, lo entiendo todo y a la vez no entiendo nada. Quiero saber lo que pasa por su cabeza, quiero saber que piensa cuando estoy cerca de ella, quiero saber como se siente besarla, quiero saber como se siente abrazarla, y lo que es peor; quiero saber como se siente dormir con ella abrazados.

Sé que parecerá una puta locura, en plan, Damiano la acabas de conocer, no hace ni una sola semana que la conoces, pues eso es pura mentira. Conozco a Morgan desde que llevamos siete/ocho años, seguramente ella no se acordará de mí, pero para mi fue mi primer amor.

Os cuento como la conocí, cuando yo iba a primaria, mi primer día de clase fue un total desastre, me empezaron a hacer bulling por mi peso, claro estaba demasiado delgado, y aún que no parezca mucho de mi, en esos tiempos no me sabia defender, me daba miedo el enfrentamiento, y más si eran cuatro o cinco niños más que yo.

Una semana entera pasó, estuve aguantando los comentarios de esos chicos toda la semana a la hora del patio, inclusive empeze a esconderme en los lavabos, pero fue inútil, pues venian a buscarme.

La siguiente semana ella apareció, me quede viendola toda la mañana, era super bonita, la chica más bonita y tierna que habia visto en mi vida.
En la hora del patio me senté solo, como cada día, ella se sento junto a mí, no hablo ni nada solo se sento conmigo para hacerme compañía, eso me gusto aún más de ella, pero ese momento fue interrumpido por los niños. Ellos vinieron como siempre y me empezaron a molestar, no pensaba que ella se iba a meter en ello, de echo pensé que se levantaría y se iría de ahí, pero no. Ella se levanto y empujo al "cabecilla" del grupo, le amenazó con que se lo diría absolutamente todo lo que hacia a su padre, me quedé confuso por ello, pero después ella me aclaro que eran primos.

Desde ese día no me volvieron a molestar.

A los dos meses ella no volvio a la escuela.

— Damiano... ¿estás bien? —pregunta ella preocupada, me doy cuenta de que he estado sumergido en mis recuerdos, sacudo mi cabeza y asiento.

— He sido un idiota contigo y no te lo merecías... para nada, eres un persona increíble Morgan. —ella me mira unos segundos confundida por lo que acabo de decir, siento mi corazón bombear por lo que ella me vaya a contestar.

Morgan aparta la mirada y mira sus manos, veo que se ha puesto colorada y está sonriendo, me hace gracia pues me acordaba de su hoyuelo en la mejilla izquierda.

— Gracias, Damiano.

Morgan

— Me debes más que un gracias. —dice él, levanto mi vista para verlo.

— Eres un idiota, no tengo pruebas pero tampoco dudas. —él sonrie con insuficiencia y se acerca un poco más a mi.

— Estoy seguro que este idiota te esta volviendo loca. —alzo unaceja en sorpresa y después niego la cabeza sonriendo.

— Quisieras... Oh, ¿no será al revés?

Sonrió y él baja su mirada a mis labios, los muerdo inconscientemente y me doy cuenta de que mi mirada tambien ha bajado a los suyos, se ven tán suaves. Me gustaría saber si de verdad son tán suaves como se ven.

×××

olaola

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Love, M.

Always you  ✔Where stories live. Discover now