Capítulo XVII

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Terminó de lavar los trastes, mientras oía que su madre colgaba la llamada y su padre roncaba desde el cuarto.

—Era tu tío Mako— indicó, acercándose a tomar un repasador e ir secando los platos ya limpios.

—Ah, ¿y?— dijo algo cansada. Después de todo era tarde.

Durante el almuerzo, había estado su hermano junto a su pequeña familia y Reki Kyan, quien cargaba a su sobrino de vez en cuando y solía decirle algunas cosas en susurros, provocando que el bebé riera y él sonriera. No sabía qué le había dicho, pero le alegraba que fuera algo positivo.

También fue bueno el resultado de que Tetsuya, su hermano mayor, le cayera bien el chico. Sin importar que a veces dijera en broma que acabarían en una situación similar a la que tenía él junto a su esposa. A ello, Reki se quedaba tieso con una sonrisa nerviosa media dibujada en el rostro y ella rodaba la mirada.

—Dice que cree que Reki siente algo por ti.

A ello, la muchacha siguió con lo suyo, pensativa. Si seguían diciendo cosas así, temía que no sólo quisiera una amistad con el chico. Tal vez estaba reprimiendo algo en ella, ya que le desesperaba oírlo.

—¿Le vas a creer al hombre que me dejó caer de un silla cuando tenía tres años?— dijo con ironía y algo de gracia, intentando fingir que aquello no le interesaba.

—Lo conozco de toda su vida: es mi hermano menor— respondió.

—¿Ahora dirás algo así? ¿Como Tetsuya? ¿O como mi tío?

—No, porque si tú dices que lo ves como un amigo, bien, lo ves como un amigo. A parte, molestar es de inmaduros.

—Entonces te has dado cuenta de que lo eres— hizo una mueca, extrañamente seria, para luego verla por el rabillo del ojo en espera de alguna reacción.

—Molestarte con que laves los platos no es nada— comenzó quejándose.

—Y quejarse también es de inmaduros.

—Entonces no lo hagas cuando tengas tarea que no entiendas.

—Eso dolió, mamá— se hizo la ofendida, aguantando las ganas de reír.

Y al rato, cada quien ya estaba en su cuarto. _____ miraba cada que recordaba su celular, esperando algún mensaje por parte de Reki. Con él habían acordado ir esa noche a "S" como todas las de sábado, ya que ella no se sentía capaz de ir la mayoría de noches como lo hacía el chico, por sus malas batallas contra el sueño luego.

Aún faltaba para la medianoche, así que podría descansar un momento.

Pero quedó pensado. En el chico de cabellera roja. Ahora le era imposible dejar de hacerlo. Fue recordando las veces que lo vio andar en skate; cuidando de sus hermanas siempre que ella iba a verlo; al abrazarla por los hombros mientras algo tenía para decirle; cuando la animaba o sonreía. O cada que le entregaba un papel.

Se apoyó sobre sus codos, para voltear a ver el escritorio que había en su cuarto. En una esquina, sobre éste, yacían algunos cuantos pedazos de papeles, mal recortados y de pequeño tamaño. En ellos, habían palabras escritas como "¡Buenos días!" "¿Hoy vamos a patinar?" "Mi mamá preparó bento de más, ¿quieres?" "Sonríeeeee", y entre otros.

Se los había comenzando a dar hacia dos meses, dos o tres días a la mañana, apenas la veía en clase. Aproximándose con una sonrisa, le hacía entrega de un nuevo papel. Primero debía de leerlo para después recibir contestación de su parte. No tenía ni la menor idea de dónde había salido ese hábito de él.

Pero le gusta.

También estaban esas veces en las que solía ser algún pequeño dibujo en lugar de alguna frase.

Y no pudo evitar curvar sus labios hacia arriba al recordar cuando se solía caer intentando aprender a hacer un ollie, y él iba corriendo a atenderla. Incluso llevaba consigo algunas venditas para dárselas a ella, luego de desinfectar los raspones con una pequeña botella de desinfectante que también cargaba.

Sentía su corazón latir con fuerza, y el detonante fue cuando desbloqueó su celular a ver el fondo de pantalla. Era esa foto que Reki había tomado, en la que la Miura salía en segundo plano, emocionada y él con una gran sonrisa.

Quizás si comenzara a sentir algo hacía Reki Kyan, después de todo. O estaba confundiendo las cosas.

Su teléfono empezó a vibrar, notando que había una llamada entrante. Atendió mientras hablaba muy bajo.

—¿Si?

—¿Estás lista? Ya estamos en la esquina— indicó el chico desde el otro lado de la línea.

—Bien, ya salgo— respondió para colgar.

Tomó la calcomanía de "S" que tenía guardada en un cajón de su mesa de noche, y salió de su casa sin que sus padres lo notaran.

A la vez en que avanzaba a donde estaba el vehículo, observaba como el de cabellos rojos se bajaba para que ella pudiera subir, esperándola con una gran sonrisa. La cual no dudó en devolver.

Era una increíble sensación la que le hacía sentir, y más si sus latidos no disminuían.

Era una increíble sensación la que le hacía sentir, y más si sus latidos no disminuían

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INCREÍBLE SENSACIÓN |Reki Kyan y tú|Where stories live. Discover now