Capítulo V

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Abrió la puerta y le dio paso para que ingresara primero. Se quitó sus zapatillas y se adentró a la vivienda un poco, volteando a ver a Reki, aguardándolo. Oía ruido, algunas cuantas voces. Entonces cayó en cuenta de que una vez él había mencionado que tenía hermanas.

Volteó un momento al umbral de una puerta, notando como unas pequeñas cabezas se escondían, acompañadas de unos pasos alejándose rápidamente. Debía de tratarse de que Reki Kyan era el hermano mayor.

—Bien. Primero pasemos a buscar algo de comer, iré por mi libreta que está en mi habitación y pasaremos al taller— informó el muchacho, llevando consigo sus propios zapatos en la mano.

—Bien— asintió hablando suavemente, con el motivo de no elevar la voz. Le daba algo de incomodidad estar allí por primera vez, y más si apenas se conocían.

Entonces, se escuchó un grito que la dejó anonadada.

—¡Mamá! ¡Reki trajo una chica a casa!

El muchacho que había tomado rumbo a la cocina se congeló para, a los segundos, voltear bruscamente en dirección en la que se escuchaban pasos acercarse.

Cuando la vio la chica, ahogó una exclamación, colocando sus manos a cada lado de su rostro. _____ Miura no sabía qué hacer. Dibujó una pequeña sonrisa, sin entender qué pasaba también. Tragó saliva nerviosa, intentando pensar de que debía parecer tranquila. Después de todo, solo iba hasta allí por su patineta.

—Buenas tardes— hizo una pequeña reverencia, sujetando con más fuerza sus zapatillas con una mano.

—Reki, no me dijiste nada de que tuvieras novia. Debes tener más confianza en mí, hijo— fue lo primero que dijo la mujer, aproximándose rápidamente a ella.

—¡Mamá! ¡Ella no es mi novia!— exclamó el de cabellera roja, viendo a su progenitora pasar a un lado de él.

Por su parte, la muchacha había fruncido su semblante ante las palabras de la mayor, y reteniendo una risa de los nervios. Eso no debía estar pasando. Era la primera vez que iba de una forma así a la casa de un compañero varón, sola y sin otros compañeros, y esa situación se presentaba.

—Oh, pero es muy bonita. ¿Cómo te llamas, cariño?— preguntó posándose frente a ella, con una cálida sonrisa surcando sus labios.

—Un gusto, soy _____ Miura— intentó calmarse.

—El gusto es mío, puedes decirme Masae, ¿si, _____?

—Por supuesto— asintió velozmente, respirando lo menos posible.

—¿Quieres pasar a tomar algo de té?— ofreció la mayor —Puedo prepararte algo delicioso si gustas.

—Yo... eh...— balbuceó dirigiendo la mirada al hijo de la mujer, en busca de alguna respuesta. No quería ser descortés, pero estaba allí por otra razón.

—No te preocupes, mamá— finalmente intervino, pasando un brazo por sobre los hombros de la muchacha —. Vino para ver la tabla que estoy restaurando, que es la suya.

—Oh, bien. Entonces no los seguiré interrumpiendo.

En ese momento, _____ desvió un poco la mirada, comenzando a sentirse más nerviosa por el contacto generado por el apellidado Kyan. Hasta temía que su rostro tomara color, pero hacia lo mejor posible para disimular que le restaba importancia a ello.

Pero, justamente, al posar su punto de vista en el umbral que anteriormente había visto, notó esta vez tres cabezas. Debían de tratarse de sus hermanas.

—Sólo ven conmigo un segundo, Reki, así me alcanzas unas cosas para prepararles un rico postre— pidió la mayor aún sonriente, para retirarse a la cocina.

—Espérame aquí, _____, ya regreso— acabo con el contacto y se retiró, dejando a la de apellido Miura todavía observando a las que parecían menores. Obviamente la incomodaban.

En un parpadeo, unas gemelas aparecieron para tomarla de las manos y tironearla a otra sala. Sólo les preguntaba qué sucedía, pero las niñas soltaban pequeñas risitas. Allí, había otra muchacha, más grande que ellas, que la invitaba a sentarse en una silla a su lado.

A todo eso, _____ las veía extrañada. ¿Acaso creían lo mismo que su madre?

—Así que te llamas _____ Miura, ¿cierto?— solamente asintió —¿Y sólo estás con nuestro hermano porque está arreglando tu tabla?— continuó la de las dos coletas, a lo cual volvió a asentir. A ello, vio que soltaba un suspiro aliviada, ganándose las miradas confusas de sus hermanas y de ella —Menos mal, porque sino tendrías malos gustos. Te salvas, y eso me agrada de ti.

—¿Gracias?— retrocedió en su sitio, sin entender qué pasaba, lo cual sucedía desde que había ingresado en esa casa.

—¡Koyomi!— a la exclamación de Reki, voltearon a él —No la molestes— dijo, apenas oyendo las últimas palabras de lo que dijo su hermana.

—Sólo bromeaba, hermanito— sonrió fingiendo inocencia.

De nuevo, la visita se extrañó. ¿Entonces no le agradaba y le daba igual si le gustaba su hermano si eso pasaba? Tendría que salir directo a ayuda profesional para aclarar sus dudas.

 ¿Entonces no le agradaba y le daba igual si le gustaba su hermano si eso pasaba? Tendría que salir directo a ayuda profesional para aclarar sus dudas

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—Disculpa todo lo de mi familia. A veces son muy ellas.

Mencionó el Kyan, dejándola pasar al taller.

—No te preocupes, me cayeron bien. Tu madre es muy cariñosa por lo que se ve— comentó dibujando una sonrisa, a la vez en que se disponía a observar ese pequeño cuarto —Whoau...— murmuró viendo todo lo que había allí.

—¿Tu madre es igual?— interrogó, pasando a sentarse e invitándola también.

—Sí, cuando quiere. No es de mostrar mucho afecto de una manera que podría considerarse normal, pero es buena— movió sus hombros con gracia, sentándose lentamente para posar su mirada en su tabla que estaba en una esquina de la mesa.

—Un día me gustaría conocerla, si no hay problema— sonrió el de cabellos rojizos, volteando a verla.

Ante sus palabras, las cuales le cayeron de sorpresa, lo vio. Aquello no provocó que la curva que había en los labios de Reki desapareciera, de lo contrario, ocasionó que se ensanchara un poco más. Quizás eran efectos de estar en esa casa, pero le pareció una linda imagen que provocó que los nervios aún no desaparecieran.

—Claro— le regaló una sonrisa, pero pequeña, asintiendo ligeramente.

No supo qué otra cosa decir.

—Amm... ¿Y qué debo ver de mi patineta?

 ¿Y qué debo ver de mi patineta?

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INCREÍBLE SENSACIÓN |Reki Kyan y tú|Where stories live. Discover now