DIECISÉIS

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Tres semanas tras el secuestro, Elaia seguía con sus ataques de pánico. Jade la había diagnosticado con estrés post-traumático y ataques de pánico. Por su seguridad y la del bebé había comenzado a tomar, bajo prescripción de sus doctores de confianza, un antidepresivo. Era una buena solución para evitar el valium. Al tomar el antidepresivo, la sintomatología de los ataques de pánico se veía reducida. Lo cual, junto con la psicoterapia, ayudaban a Elaia a que su pánico no fuese perjudicial para el bebé.

Tras dos semanas con el suero intravenoso, Olivia hoy le estaba quitando del todo la prescripción de suero. Llevaba una semana comiendo sólido en el almuerzo y la cena. Al volver a tener sus niveles de hormonas, vitaminas y proteínas en orden, su vientre había comenzado a crecer por momentos. La casi imperceptible hinchazón ya dejaba entrever un embarazo llegando al segundo trimestre.

— ¿Estáis listos para saber el sexo del bebé?— dijo Olivia sonriendo ampliamente a Elaia.

Athos, que había observado la escena apoyado en la entrada del vestidor, se enderezó y encaminó lentamente hacia Elaia. Dado a que había pasado las últimas semanas en casa con Elaia la mayor parte del tiempo, no lucía su usual traje de negocios. Los pantalones de deporte colgaban bajos en sus caderas, mostrando la parte superior de sus calzoncillos. A través de la camiseta de algodón blanca se veía la tinta oscura de sus tatuajes. Elaia salivó, deseando por fin una ronda de sexo duro y lleno de posesividad.

Athos se sentó a su lado.

— Dale, escuchemos la fuerza de ese super bebé— dijo Athos sin apartar la mirada de su esposa.

Olivia esparció el gel sobre su abdomen. Elaia ya estaba familiarizada con la sensación, y estaba encantada de saber si tendría una princesa o un príncipe en su casa. El latido de su corazón inundó la habitación. Elaia volvió a emocionarse. No podía evitarlo, su corazón se saltaba un latido cada vez que escuchaba la melodía más bonita que había oído nunca. La figura que era su bebé volvió a aparecer en la pantalla en blanco y negro. Elaia apretó la mano de Athos y apoyó su cabeza en su hombro.

— Esta cosita relinda que tenemos acá resulta ser... ¡un hermoso varón!— dijo Olivia con una sonrisa radiante.

— ¿Un niño?— susurró Elaia con la mirada fija en la pantalla.

— Un superviviente, Ella, un superviviente.

Elaia suspiró, en parte desilusionada. Un hijo. El heredero del capo. Por un momento, esperó que dentro de sí hubiese una hermosa niña que fuese el ojito derecho de Athos. Pero, en su lugar tendría un niño. Un hijo al que tendría que hacer fuerte. Olivia le entregó la imagen de la ecografía a Athos, como siempre hacía, recogió sus artefactos y se marchó con Aaron pisándole los talones. Era habitual que Olivia los dejase solos tras cada ecografía ya que era de dominio público que Athos no iba a mostrar el lado dulce que tenía con Elaia con personas delante. Era algo que él reservaba para su intimidad.

Athos apretó la mano de Elaia, devolviéndola al mundo real, donde su marido la observaba con preocupación.

— Un millón por tus pensamientos, principessa.

— Es un heredero, Athos, es tu heredero— dijo con gravedad— vas a tener que enseñarle a ser fuerte en nuestro mundo... un capo no se hace con dulces y caprichos. Sé que no vas a hablar mal de tu padre, pero tú no eres quien eres porque si. Tu tienes muchas cicatrices— puso su mano sobre el lugar donde latía el corazón de Athos— y no solo físicas. No quiero que mi hijo tenga que ser torturado por ti, ni por su familia. No quiero a mi hijo teniendo que actuar con diez años como si tuviese sesenta. Quiero que mi hijo sea feliz, un niño. Que crezca a su tiempo.

Imperio en Llamas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora