Elaia se sentía cada vez más pesada. Su vida se resumía en pasar el día con Aaron y Emma. Los avances entre ellos eran casi nulos, lo cual tenía a Elaia con un humor insoportable la mayor parte del día. Su humor solo mejoraba cuando Athos volvía de sus largas jornadas de trabajo. No obstante, esa noche Athos no volvería a dormir, por lo que solo le quedaba aguantar a Aaron siendo menos útil que un frigorífico en la Antártida. Elaia resopló, frustrada. Al menos le quedaban otras diez semanas a base de analíticas. Ya le costaba moverse un poco. Olivia había dicho en esa mañana que su bebé tenía pinta de ser grande, crecía a una velocidad desorbitada teniendo en cuenta su complicado inicio de embarazo. Tenía panza como si tuviese dos bebés dentro. Se sentía demasiado grande e hinchada. Nada atractiva y su líbido tan pronto estaba por las nubes como se desplomaba en un abrir y cerrar de ojos.Emma se sentó junto a Elaia, con un cuaderno entre sus manos. Elaia había notado que la joven pasaba mucho tiempo con su cuaderno y sus carboncillos. En ese momento, de hecho, llevaba una mancha negra de carboncillo en la punta de la nariz. Elaia vislumbró a Aaron echando un vistazo desde el balcón, donde se hallaba fumando un cigarrillo.
— ¿Qué dibujas?— dijo Elaia, sobresaltando a la morena.
Emma se sonrojó, no obstante, mostró a Elaia un retrato a carboncillo de Aaron en la pose relajada que tenía en el balcón. Se veía casi como una fotografía en blanco y negro. Podía incluso distinguir la suave línea del vello de sus antebrazos, las arrugas de su camisa remangada hasta los codos y el mechón despeinado colgando en su frente.
Elaia se quedó totalmente impresionada, su amiga era muy buena. Una artista.
— Wow, Emm, estoy impresionada— susurró Elaia— ¿Por qué no se lo regalas?
— ¿Qué dices, Ella? Imposible, se va a reir de mi. Parezco una niña de patio de colegio dibujando al chico que le gusta por las esquinas.
Elaia sonrió maliciosamente. Gracias a la dieta de Olivia y la rutina de ejercicio a la que se había sometido para trabajar su ansiedad, estaba más ágil que nunca, a pesar del embarazo. Por ello, Emma apenas pudo reaccionar cuando Elaia salió corriendo con el bloc pegado a su pecho y cerró la puerta de la terraza, dejando a Emma fuera. Aaron la miró con sospecha, luego vio a Emma tras ella, sonrojada y con la nariz manchada de carboncillo.
— Escúchame, pedazo de simio, mañana es San Valentín. Esa chica de ahí ha hecho esta obra de arte mientras tú fumabas— Elaia arrancó la página y se la dio a Aaron.
Tras eso, abrió la puerta y le dio el bloc a Emma, encaminándose hacia el aseo.
— ¡Voy a darme un baño relajante niños, no mancillen mi sofá!— dijo desde la parte de arriba de la escalera.
Emma se sintió cohibida bajo la mirada del hombre que se acercaba a paso lento hacia ella. Los ojos claros de Aaron y su sonrisa de medio lado hicieron que Emma apartara la mirada. El aroma de Aaron la envolvió en un segundo y sintió que un rayo le atravesaba por el cuerpo cuando el soldado tomó delicadamente su barbilla y le hizo mirarle. Los ojos azules de él competían con sus propios ojos azules. Se apartó despacio de él y fijó su mirada en la hoja que llevaba en la mano, poniéndose roja al instante. Avergonzada por que él se hubiera enterado de su dibujo.
— ¿Estás bien?—preguntó él todavía sonriendo.
— Eh-eh...sí, sí—dijo Emma negando con su cabeza— Solo tengo calor.
— Estamos en febrero—Aaron dio un paso hasta Emma, colocandose de nuevo a centímetros de la chica. Colocó una de sus manos en la frente de Emma sobresaltándola— No parece que tengas fiebre.
YOU ARE READING
Imperio en Llamas +18
RomanceNacida en una de las principales familias de la aristocracia londinense, Elaia Lascelles solo quiere vivir su vida como una doctora prestigiosa de Londres. Pero sus planes cambiaron. Elaia tenía solo dieciocho años cuando su padre aceptó el comprom...