DIECISIETE

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Elaia se sentía cada vez más pesada. Su vida se resumía en pasar el día con Aaron y Emma. Los avances entre ellos eran casi nulos, lo cual tenía a Elaia con un humor insoportable la mayor parte del día. Su humor solo mejoraba cuando Athos volvía de sus largas jornadas de trabajo. No obstante, esa noche Athos no volvería a dormir, por lo que solo le quedaba aguantar a Aaron siendo menos útil que un frigorífico en la Antártida. Elaia resopló, frustrada. Al menos le quedaban otras diez semanas a base de analíticas. Ya le costaba moverse un poco. Olivia había dicho en esa mañana que su bebé tenía pinta de ser grande, crecía a una velocidad desorbitada teniendo en cuenta su complicado inicio de embarazo. Tenía panza como si tuviese dos bebés dentro. Se sentía demasiado grande e hinchada. Nada atractiva y su líbido tan pronto estaba por las nubes como se desplomaba en un abrir y cerrar de ojos.

Emma se sentó junto a Elaia, con un cuaderno entre sus manos. Elaia había notado que la joven pasaba mucho tiempo con su cuaderno y sus carboncillos. En ese momento, de hecho, llevaba una mancha negra de carboncillo en la punta de la nariz. Elaia vislumbró a Aaron echando un vistazo desde el balcón, donde se hallaba fumando un cigarrillo.

— ¿Qué dibujas?— dijo Elaia, sobresaltando a la morena.

Emma se sonrojó, no obstante, mostró a Elaia un retrato a carboncillo de Aaron en la pose relajada que tenía en el balcón. Se veía casi como una fotografía en blanco y negro. Podía incluso distinguir la suave línea del vello de sus antebrazos, las arrugas de su camisa remangada hasta los codos y el mechón despeinado colgando en su frente.

Elaia se quedó totalmente impresionada, su amiga era muy buena. Una artista.

— Wow, Emm, estoy impresionada— susurró Elaia— ¿Por qué no se lo regalas?

— ¿Qué dices, Ella? Imposible, se va a reir de mi. Parezco una niña de patio de colegio dibujando al chico que le gusta por las esquinas.

Elaia sonrió maliciosamente. Gracias a la dieta de Olivia y la rutina de ejercicio a la que se había sometido para trabajar su ansiedad, estaba más ágil que nunca, a pesar del embarazo. Por ello, Emma apenas pudo reaccionar cuando Elaia salió corriendo con el bloc pegado a su pecho y cerró la puerta de la terraza, dejando a Emma fuera. Aaron la miró con sospecha, luego vio a Emma tras ella, sonrojada y con la nariz manchada de carboncillo.

— Escúchame, pedazo de simio, mañana es San Valentín. Esa chica de ahí ha hecho esta obra de arte mientras tú fumabas— Elaia arrancó la página y se la dio a Aaron.

Tras eso, abrió la puerta y le dio el bloc a Emma, encaminándose hacia el aseo.

— ¡Voy a darme un baño relajante niños, no mancillen mi sofá!— dijo desde la parte de arriba de la escalera.

Emma se sintió cohibida bajo la mirada del hombre que se acercaba a paso lento hacia ella. Los ojos claros de Aaron y su sonrisa de medio lado hicieron que Emma apartara la mirada. El aroma de Aaron la envolvió en un segundo y sintió que un rayo le atravesaba por el cuerpo cuando el soldado tomó delicadamente su barbilla y le hizo mirarle. Los ojos azules de él competían con sus propios ojos azules. Se apartó despacio de él y fijó su mirada en la hoja que llevaba en la mano, poniéndose roja al instante. Avergonzada por que él se hubiera enterado de su dibujo.

— ¿Estás bien?—preguntó él todavía sonriendo.

— Eh-eh...sí, sí—dijo Emma negando con su cabeza— Solo tengo calor.

— Estamos en febrero—Aaron dio un paso hasta Emma, colocandose de nuevo a centímetros de la chica. Colocó una de sus manos en la frente de Emma sobresaltándola— No parece que tengas fiebre.

Imperio en Llamas +18Where stories live. Discover now