EL FINAL

17 3 0
                                    

   Abrí los ojos y me encontré nuevamente en aquella cúpula donde me habían recibido, tumbado sobre una rocama. Sentía un cansancio por todo el cuerpo y un leve dolor de cabeza, apenas me acordaba de cosas, tenía la mente borrosa y no podía pensar con claridad. Lo último de lo que me acordaba era de aquel destello de luz azul oscura brillante y de que tenía a La Sombra agarrada por el cuello. Me incorporé y estaban todos mis amigos —los que habían sobrevivido— y César e Iris.

—¿Qué ha pasado? —pregunté tocándome la cabeza.

—Adrián —comenzó a decir Iris con una sonrisa—, ahora eres un Maestro, has creado el Don de la Teletransportación y además eres nato para el Don de la Valentía.

—Con el Don de La Energía acabaste con La Sombra y no solo eso, con tu nuevo Don regresaste a la Sala de las Burbujas y liberaste por toda Sírpolis tu energía. Gracias a ella, todo monstruo o soldado oscuro, que utilizase algún poder, quedó sin él y fueron más fácilmente apresados o derrotados, pues algunos aún opusieron resistencia —dijo Noelia.

—LaMu y Andern han sido de los que fueron apresados. Con la perdida de La Sombra, Andern trató de tomar las riendas antes de ser capturados, pero no lo logró —dijo Salah.

Yo en ese momento empecé a recordar...

—Espera, Salah, tú no... ya sabes, a ti ¿no te dieron con una navaja? —pregunté extrañado.

—Tras marcharse La Sombra, salí a ver si podía hacer algo por Salah y sí, aún estaba con vida.

—La herida no había sido muy profunda por lo que pude sanarlo —respondió Marta.

—Cosa por lo que le estaré muy agradecido, eternamente —añadió Salah.

Todos nos callamos un momento

—¿Y a dónde han sido llevados LaMu, Andern y todos los demás soldados? Porque no teníamos prisión ¿o sí? —quise saber.

—Fueron trasladados de nuevo al Bosque Oscuro, con una protección de alto nivel y con la precaución de que los soldados aliados que fuesen no volviesen como la leyenda de aquel Sir. Después, se hechizó el bosque para que fuese una prisión, en un principio, ya no podrán salir de allí jamás —dijo Iris.

Yo había ido recordando poco a poco.

—Adrián, ¿sabes lo que esto significa, no? ¡Sírpolis por fin ganó la guerra! Ya no habrá más disputas —dijo César eufórico.

—Esto es lo que querías ¿no? Lo peor de todo es que tú, ya sabías lo que iba a pasar ¿y a costo de qué?... Yo te lo digo, de perder la vida de nuestros amigos. Un precio demasiado alto ¿no crees? —dije en tono de reproche.

César tragó saliva e hizo una mueca con el labio.

—Espero que me puedas perdonar algún día, en el fondo te entiendo, en mi época de elegido, también perdí a mis amigos, es lo que conlleva una guerra.

—¿Fuiste elegido? —preguntó Ciro.

—Sí, ¿no os lo había contado?

—Creo que no —dijo Javi.

—Hace muchos años, lo fui. Era el líder, por así decirlo, de mis amigos. Fui uno de los submarinistas y más tarde, El Elegido de Sírpolis. Tiempo después, acabé siendo el Sir de la ciudad mágica que habéis conocido, Sírpolis, que a partir de ahora, será libre para siempre. En fin, Adrián, espero que me podáis perdonar algún día.

—Hemos vivido meses juntos o días si hablamos de la superficie, todos sabíamos el peligro que llevaba esto, por ello sé, que te perdonaré, pero primero, tengo que asimilar y superar todo lo vivido —respondí.

El Misterio del Gran CharcoWhere stories live. Discover now