LOS TRES A

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  Estaba en mí cuarto haciendo los deberes que habían mandado ese día y estudiando un poco, en especial, para una exposición oral que íbamos a tener dentro de poco. Después de estar un rato practicando noté la garganta algo seca, así que decidí ir a la cocina por algo de beber. Estaba volviendo a mi cuarto para seguir con lo mío y de pronto, tocaron al timbre. Mi padre estaba comprando y mi madre trabajando así que decidí abrir yo.

—Hola, tus vecinos me han abierto, espero que no te importe que haya venido pero tenía que hablar con alguien y me he decidido por ti —dijo Arturo.

—Sí claro, pasa, pasa.

Invite a Arturo a pasar a mi salón. En el salón tenía dos sillones y el sofá entre otras cosas. Le ofrecí algo de beber o comer pero Arturo se negó, entonces, le dije que se sentase en uno de los sillones. Él se sentó en uno y yo en el otro.

—Bien ¿y que me querías decir? —le pregunté.

—Es algo que me preocupa. Bueno, pues había ido a comprar unas cosas a la papelería y volviendo a mí casa pasé por una calle cerca de donde está el charco —respondió sacando un papel de una bolsa dónde al parecer tenía lo que había comprado—. Ya sabéis que, a ver, no es una manía, solo miro por mirar, si no miro me da igual, pero creo que hoy he encontrado algo importante en este papel.

—¿Y qué pone? ¿Es algo sobre el charco?

—Sí, más o menos, mejor míralo tú —dijo pasándome el papel.

El papel estaba doblado, yo lo desdoble y lo leí.

—O sea que hay otra gente que también está investigando el charco —dije después de haberlo leído.

—Yo creo que sí, o igual es del diario del capitán, como los que vimos en el museo.

—No creo, no son los del museo y si fuese uno que no vimos, dudo que lo hubiesen podido sacar. Otra opción es que haya salido de una tienda de objetos antiguos, pero me sigue pareciendo poco probable, porque el papel parece reciente —dije examinando bien el papel.

—Entonces eso significaría que hay un segundo grupo —murmuró Arturo.

Yo asentí.

—De todos modos, ya sabía que había un segundo grupo, pero esto confirma lo que les oí hablar.

—¿Ya lo sabías? ¿Por qué no nos dijiste nada? —me preguntó.

—Me he enterado hace unas horas, cuando venía del instituto y decidí que sería mejor contároslo a todos en persona, mañana —respondí.

—Ah vale —dijo Arturo—. La cosa es que entonces tendríamos... ¿rivales?

—Bueno, depende de cuales sean los objetivos de cada grupo, podrán ser rivales o aliados —dije encogiéndome de hombros.

—Pues sí —dijo Arturo—. ¿Te quedas tú el papel?

—No, no, quédatelo tú, entre los dos se lo contamos a todos —respondí.

—Está bien —contestó Arturo—. Bueno pues eso era todo, yo me voy ya, gracias.

—Adiós —me despedí acompañándolo hasta la puerta.

Pues sí, oficialmente había un segundo grupo.


Cuando entramos al instituto, me di cuenta que Arturo no había ido ese día porque no estaba a la entrada, pensé que llegaría tarde pero no fue así. Salimos al primer recreo y vi que me había mandado un mensaje. Al parecer, se había levantado con mucho dolor de cabeza y prefirió quedarse en casa, pero después vi que también me mando una foto del papel que encontró.

El Misterio del Gran CharcoWhere stories live. Discover now