EL SECUESTRO Y LA CASA DE LOS TORRES

12 4 0
                                    

   En ese momento Noelia se quedó impactada, abrió los ojos de par en par y Marta no sabía que decir. Hubo un momento en el que hubo un silencio, nadie decía nada, ni nos mirábamos, sabíamos que algo no iba bien.

—Y... —comenzó a decir Noelia— ¿Cómo sabes que le ha pasado algo?

—Dani, me dijo que tenía una cosa que resolver con su madre y también algo que sé, que no le gusta —dije en un tono triste.

—Pues menos mal que hemos venido —dijo Marta.

—Quizás... deberíamos decirlo por el grupo por si alguien puede venir —dijo Noelia.

—Sí, voy a decirlo y comunicárselo también al segundo grupo —dije mientras sacaba el móvil.

Entonces, seguimos en silencio mientras que yo avisaba a todos los de nuestro grupo y le enviaba un mensaje a Salah que fue el primero que encontré, para que avisase a su grupo. Salah tardó unos cinco minutos en responder decía que ya había avisado y que Iñaki, Ciro e igual David podían venir y por nuestro lado los mellizos y Arturo no respondieron, aunque nos lo imaginamos porque sabíamos que estaban en el pueblo, Víctor tampoco respondió.

—¿Y ahora qué vamos a hacer? —preguntó Marta interrumpiendo el silencio.

—No sé, ahora no estoy para pensar —respondí.

—Ni yo —añadió Noelia.

—¿Y qué es lo que te contaron Salah y los demás? —quiso saber Marta.

—Básicamente que los descubrieron por un error de Nicolás. Sospechamos de unas personas y además, mientras que estuvimos juntos hubo alguien que nos siguió.

—¿Y es una sola persona? —preguntó Marta.

—Sí —respondí.

—La cuestión es que, ¿cómo sabe esa persona que nosotros también estamos en todo esto? —dijo Noelia en tono pensativo.

—Buena pregunta —coincidió Marta—. ¿Y, hay alguna persona de la que sospechemos?

—César está en esto, pero creo que tiene buenas intenciones y también sospechamos de Raúl, la nueva señora de la limpieza y de un nuevo obrero de la reforma que hay por aquí cerca —respondí.

Marta y Noelia y yo, no hicimos más comentarios. Estuvimos un rato sin decir nada, otro hablando pero de nada relevante y después recopilando, todo lo que teníamos hasta ahora. En resumen, estábamos dos grupos de adolescentes metidos en algo que no era nada normal, un gran charco que probablemente nos iba a conducir a un lugar mágico, según lo que habíamos averiguado, que había otras personas que conocemos, o no, que, desde hace poco, iban detrás nuestro y que además, según el encriptado mensaje del museo, podíamos ser unos "elegidos" y que, se necesitaban unos poderes. Y pensar que, todo esto, había empezado ¡por un balón de futbol! Y porque yo me hundía en aquel charco misterioso que seguía ahí día tras día mientras el resto de charcos desaparecían.

Teníamos todo eso pero ahora, el mayor problema era que Daniel había desaparecido. Además, todo lo que teníamos eran piezas sueltas que no sabíamos cómo reunirlas, aunque pensándolo era lógico porque esto, no es que fuese algo que se viese todos los días, y sobre todo, ¿por qué nos pasaba justo esto a nosotros? Al final llegaron Salah, Iñaki, Ciro y los acompañaban Álvaro y Héctor.

—¡Hola chicos! Álvaro y Héctor han podido venir al final, porque ya han vuelto del pueblo —dijo Salah y seguidamente saludaron ellos dos.

—¿Sólo estáis vosotros tres de vuestro grupo? —preguntó Ciro mirándonos.

—Sí bueno, parte están en el pueblo, otro que no puede venir y lo peor de todo, es que sospechamos que a uno de nuestros amigos, han podido secuestrarlo y estamos muy preocupados y nerviosos —respondió Marta.

El Misterio del Gran CharcoWhere stories live. Discover now